El erótico poeta latino (el expulsado por amar y erotizar a través de la palabra escrita), nos deja un regalo, breve, contundente y corto: algunos guiños latinos, difíciles de obviar.
En su obra Epistulae Heroidum (o Heroides), Ovidio se inspira en aquellas mujeres (semidiosas o heroínas -como indica la traducción- de la cultura, de la religión, de la mitología, del amor), que perdieron o se alejaron de sus amantes por circunstancia adversas.
Ovidio plasma de manera rotunda lo que se siente ante la ausencia, el olvido, la distancia (la maldita distancia), o la pérdida del amor, a través de veintiún cartas que se intercambian esos grandes amores: Penélope y Ulises, Briseida a Aquiles, Dido a Eneas (una de mis favoritas), Deyanira a Hércules; Medea a Jasón, entre otros amores. En las últimas seis cartas Ovidio introduce una variante: los amantes se dan respuestas.
En la epistola 16 es París quien a Helena escribe y allí, están varios guiños, al origen divino de Helena, lo que hace imposible no mencionar al travieso Cisne y a la fogosa Leda.
París le cuenta a Helena cómo dio con ella, qué lo llevó a Esparta, e inevitablemente le narra el juicio, en el que (¿seducido? ¿comprado? ¿sobornado?) la pícara diosa del amor, Venus, tranquilizando al aterrado Paris, le ofrece a la hermosa hija de Leda:
"dulce Venus risit; 'nec te, Pari, munera tangant
utraque suspensi plena timoris,' ait;
'nos dabimus, quod ames, et pulchrae filia Ledae
ibit in amplexus pulchrior illa tuos.'"
utraque suspensi plena timoris,' ait;
'nos dabimus, quod ames, et pulchrae filia Ledae
ibit in amplexus pulchrior illa tuos.'"
En otro guiño, París recordando el momento en el que se encuentra ya en Esparta, menciona su impacto, cuando, por una floja túnica, puede ver el níveo pecho de Helena:
"tunica tua pectora laxa
atque oculis aditum nuda dedere meis
pectora vel puris nivibus vel lacte tuamve
complexo matrem candidiora Iove."
atque oculis aditum nuda dedere meis
pectora vel puris nivibus vel lacte tuamve
complexo matrem candidiora Iove."
Y más adelante, el enamorado Paris, puntualiza:
"Iuppiter his gaudet, gaudet Venus aurea furtis;
haec tibi nempe patrem furta dedere Iovem.
vix fieri, si sunt vires in semine amorum,
et Iovis et Ledae filia casta potes."
haec tibi nempe patrem furta dedere Iovem.
vix fieri, si sunt vires in semine amorum,
et Iovis et Ledae filia casta potes."
A diferencia de las otras parejas, Helena, en la epistola 17, le envía a Paris su respuesta -un poco menos encendida, menos erotizada- y allí también, Ovidio nos hace otro regalo, otros dos guiños:
Jean François Bremond
Salve Ovidio, gaudeamus....
(Para el Cisne, para que no olvide cómo conoció a Leda)
Ovidio ha sido admirado por su
ResponderEliminardestreza literaria, por su erudición, por su finísimo humor, por su técnica,
por su inteligencia, pero siempre ha sido, por otro lado, tachado de falso, de frío, de falto de pasión.
Cualquier ser humano, especialmente aquellos dotados de
sensibilidad poética, ha experimentado los sentimientos comunes a la raza
humana (amor, pasión, pena, dolor, ira...), pero expresarlos en su plenitud de manera espontánea e irreflexiva es a veces imposible.
Bello su blog. preciosas imágenes. Me gusta mucho su trabajo.
Ovidio creo que ha sido falsamente acusado de todo ello por desafiar la doble moral del Imperio Romano. Para mí leerlo en latín es un verdadero goce de los sentidos...
ResponderEliminarSu pasión es innegable, este libro, escrito en el exilio es una elegía, es un canto a la tristeza, a la pérdida del amor..
Gracias Inés por compartir este espacio con nosotros, por asistir a esta cita, por ser cómplice en estas búsquedas, gracias por leernos...
Grande Ovidio, muy grande.
ResponderEliminarMaravillosas pequeñas referencias.
Leda y su cisne siempre dan sorpresas, vaya que las dan.
Me encantan estas últimas entradas: con el cisne en la piel y este intercambio epistolar entre PAris y Helena.
Mariana excelente.