domingo, 30 de agosto de 2009

Divertimento erótico, de Carmen Jodra


Diverimento erótico

de Carmen Jodra Davó


Un gemido doliente entre la alheña,
un rítmico suspiro en el helecho,
musgo y pluma por sábana del lecho,
por dosel hoja, por almohada peña,

y la lujuria tiene como seña
violar mujeres y violar derecho
y ley y norma, y un hermoso pecho
sabe el pecado y el pecado enseña.

Trasciende de la fronda un olor suave
a sagrados ungüentos, y una queda
música, contenida y cadenciosa,

y el blanco cuerpo de la bella ave
y el blanco cuerpo de la bella Leda,
bajo el peso del cisne temblorosa.



Francesco Sgroi

sábado, 29 de agosto de 2009

A la caza del cisne que llevamos dentro...


Fragmento del prólogo al volumen: Parientes lejanos. Cuentos de animales. Antología. Editorial Páginas de Espuma. Madrid. 2003.

A
la
caza
(literaria)
del animal
que llevamos
dentro

de Alberto Ruy-Sánchez

(Frafmento)

Desde niño estuve poseído por la extraña certeza de que cada animal es un cuento que se mueve. Creía que los humanos tienen mascotas sobre todo para contárselas mutuamente, para hablar de ellas. Aunque muchas veces también para hablar con ellas.

Yo veía que los niños y los ancianos hablaban muchísimo con los animales. Creía que crecer consistía en olvidar totalmente cómo se habla con ellos, para recuperar muy al final de la vida ese lenguaje de historias que se mueven.

En vez de preguntar el nombre de un animal, nuevo para mí, pedía que me contaran su cuento. Y a nadie le parecía extraño...

....

Pero ninguna historia de amor pasional por los animales me parecía más interesante que aquella que descubrí en un libro ilustrado por mi padre. Lo vi dibujar durante días a un hombre que se podía convertir todo él en lluvía para mojar el cuerpo de una mujer que le gustaba. También se podía convertir en rayo, en ave, en viento. Y vi con sorpresa a una mujer que se enamoraba de un ganso.

Mi padre me explicó luego, ante mis preguntas insistentes, que no era ganso sino cisne, y que adentro del cisne no había un hombre sino un dios. Me fascinó el poder de ese dios antiguo para convertirse en animal y así seducir a la mujer que lo volvía loco y que obstinadamente lo rechazaba en su cuerpo perfecto, divino. Que un animal fuera mucho más atractivo que dios me parecía un buen principio.

La historia de Zeus transformado en cisne para seducir a Leda fue creciendo en mí con los años hasta adquirir cualidades cada vez más sensoriales que anecdóticas. Y la historia estalló en una bestial noche húmeda de mi adolescencia: fui cisne y al despertar mi boca olía a ella. Mis piernas estaban muy humedas, mojadas por la Leda adolescente que me hacía soñar así. Me gustaba imaginar también que ella, muy feliz en secreto, amanecía con un par de mis plumas blancas secándose en su mano y entre sus piernas.

...






Alberto Ruy-Sánchez Lacy nació en la ciudad de México el 7 de diciembre de 1951. Hijo de padre y madre originarios del norte de México, de Sonora. Está casado con la historiadora Margarita de Orellana. Vivió en París ocho años, donde estudió entre otros profesores con Roland Barthes, Gilles Deleuze, Jacques Rancière, terminó un doctorado y se hizo editor y escritor. Desde 1988 dirige la revista Artes de México, que en dos décadas obtuvo más de ciento cincuenta premios nacionales e internacionales al arte editorial. En 1987, con su primera novela, Los nombres del aire recibió el más importante premio literario mexicano, el Xavier Villaurrutia, y se convirtió inmediatamente en un libro de culto, que desde entoces no ha dejado de ser reimpreso cada año. En él inicia una exploración poética y narrativa del deseo que continúan las novelas En los labios del agua (1996), que recibió en su edición francesa el prestigioso Prix des Trois Continents; Los jardines secretos de Mogador (2001), Premio Cálamo/La otra mirada (Zaragoza, 2002); La mano del fuego: un Kama Sutra involuntario (2007); y Nueve veces el asombro (México, 2005). De los 20 títulos que componen su obra de narrador, poeta y ensayista destacamos también: Los demonios de la lengua (1987, nueva edición aumentada: 1998), Con la literatura en el cuerpo: historias de literatura y melancolía (1995) La inaccesible (1990), Diálogos con mis fantasmas (1997), y Una introducción a Octavio Paz (1990), Premio José Fuentes Mares.



Explícita pasión...

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Tchapp


Ernst Fuchs




Ledas Lüge

El cisne y Leda eran iguales....


Leda y el Cisne

de Silvina Ocampo

El cisne que en el agua perduraba
como una nube arcana impenitente
miró a Leda en los ojos: gradualmente
en su conocimiento la abrazaba.

El amor que en sus alas respiraba
como Dios, como el sol, ardientemente,
recorría el adorno de la frente
la cintura y los muslos que enlazaba.

Ya el agua docta en repetir figuras
mostró que el cisne y Leda eran iguales
señalando en las sombras con blancuras

el cuello, el brazo, el cuello enamorado,
como las ramas de árboles rituales
que misteriosamente se han amado.






Silvina Ocampo (Buenos Aires, 28 de julio de 1903 - Buenos Aires, 14 de diciembre de 1994) fue una escritora argentina, hermana de Victoria Ocampo y junto a Adolfo Bioy Casares (su esposo, quien, recordais, nos dejó un guiño sobre Leda), Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, una de las cumbres de la literatura argentina del siglo XX.

Su labor poética estuvo dominada en un principio por los metros clásicos y por rimas inocentes, muchas veces dedicadas a la descripción y exaltación de la belleza de elementos naturales como las plantas (confesa pasión de la escritora) como se puede apreciar en Espacios métricos o en Los sonetos del jardín que tras el poemario Enumeración de la patria siguieron a Viaje Olvidado. Sin embargo posteriores poemarios como Los nombres, Lo amargo por dulce o Amarillo celeste muestran un verso más elaborado y a la vez desinteresado por el clasicismo.

Con Espacios métricos, publicado en 1942 por la editorial Sur, obtuvo el Premio municipal en 1954. Obtuvo el Segundo Premio Nacional de poesía por Los nombres en 1953 y volvió a obtener una distinción en 1962 por Lo amargo por dulce, el Premio Nacional de poesía.

Un clásico: Leda, de Rubén Darío


Leda

de Rubén Darío

El cisne en la sombra parece de nieve;
su pico es de ámbar, del alba al trasluz;
el suave crepúsculo que pasa tan breve
las cándidas alas sonrosa de luz.

Y luego en las ondas del lago azulado,
después que la aurora perdió su arrebol,
las alas tendidas y el cuello enarcado,
el cisne es de plata bañado de sol.

Tal es, cuando esponja las plumas de seda,
olímpico pájaro herido de amor,
y viola en las linfas sonoras a Leda,
buscando su pico los labios en flor.

Suspira la bella desnuda y vencida,
y en tanto que al aire sus quejas se van,
del fondo verdoso de fronda tupida
chispean turbados los ojos de Pan.



Atelier de Paris

viernes, 28 de agosto de 2009

Dilema: ¿el beso puro de Rodin o el lascivo de Leda?

El Beso

de Astor Brime

No, no es el cisne adúltero, que en Leda
quiso robarle a Tíndaro la lumbre
encendida de amor, y que en Borghese
estampa la vergüenza en los traidores,
ante el pavor de ángeles. Rodin
en la sola blancura, a pleno cielo,
pone el beso en la sed de las dos almas,
que del cuerpo se asoman a la boca,
albas como la mía en flor, por mí
tantas veces, cual Zeus, profanada.



versus


¿Con cuál os quedáis?


(El autor, redendtorista español, lo tenía muy claro)


Nota de la bloguera: Obviamente el poeta hace referencia a la copia de la obra "Leda y el cisne" de Leonardo da Vinci que se encuentra en la Galeria Borghese, en Roma. Pero el dibujo escogido, sin duda, retrata mejor la disyuntiva planteada.

jueves, 27 de agosto de 2009

Donna Leda

Leda

de Argia Sbolenfi (Olindo Guerrini)


Giove, padre degli Dei,
Vide Leda, e innamorato
Ebbe il gusto depravato
Di volerne gl’imenei:

E l’aggiunse ai suoi trofei
Con l’astuzia e con l’agguato,
Poi che in cigno tramutato
Si calò nel grembo a lei.

Donna Leda gli diè il covo,
Ma con questo bel lavoro
Fu gallata e fece l’ovo.

Già l’effetto è sempre quello
Quando ruzzano fra loro
Una donna ed un uccello.




Andrew Tyzack



Olindo Guerrini (Forlì, 1854-Bolonia, 1916), poeta italiano. Utilizó para firmar sus obras diversos pseudóniomos, entre ellos: Lorenzo Stecchetti, Argia Sbolenfi, Marco Balossardi, Giovanni Dareni, Pulinera, Bepi y Mercutio. Fue director de la Biblioteca Universitaria de Bolonia. Su feroz anticlericalismo y su gusto por los textos acentuadamente eróticos quedaron de manifiesto desde su primera colección (Póstuma, 1877). Obras posteriores le encasillaron como poeta maldito.

Il cigno, de Salvatore Barisciani

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Il cigno
de Salvatore Barisciani

Su le placide onde
de l'azzurro lago
possente vola
il magnifico uccello
e l'acqua sfiora
e la caduta.
Indi solenne
sui fiutti si posa
bianco veliero
cullato dal vento
e l'agile collo
e l'ampio petto ostenta.
Ecco un re
conquiso ognun l'ammira
or ch'ei d'intorno
ingiunge e alletta
irato cobra
o crotalo gentile.
Supremo ispiratore
di alate danze
e divine malinconie
Leda sedusse bellissima
e di sé stesso estremo
fu mitico cantore.

Alim Hosein

miércoles, 26 de agosto de 2009

Mil y una formas de interpretar el mito: algunas Ledas contemporáneas (XXX)

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Миша Брусиловский



Ефимова-Кашмир Наталья



Всеволод Мечковский



Милиоти Николай Дмитриевич



Шумахер Елена

martes, 25 de agosto de 2009

Ledageist

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Una reinterpretación del mito...

lunes, 24 de agosto de 2009

Leda y su burlador, vistos por Enrique González Rojo

El primer Burlador
V
... y Leda

de Enrique González Rojo

Tíndaro, rey espartano, amaba a su esposa,
pero más que nada a la fidelidad de su esposa.
¡Qué trabajo le costaba espantar a manotazos
las moscas de los celos que revoloteaban en torno
de su enmielada inseguridad!
Tíndaro sabía que Leda contaba con un gran número de admiradores,
pues cuando su mujer se presentaba en público,
muchos palidecían,
otros pergeñaban versos lacrimógenos
y algunos sentían una borrasca de latidos en su pecho.

Tíndaro odiaba a aquello que ocurría
o podía ocurrir a sus espaldas.
A todo lo que se movía en la oscuridad
-fuese un ratón, un rechinido o una tristeza le
atribuía pretensiones de conspiración.
Por eso tenía a su servicio un número importante de espías,
dedicados a ver quién se escondía detrás de los árboles,
debajo de los puentes
y, en compañía de sus malas intenciones,
detrás de una máscara sonriente y amistosa.
Pero hubo algo que permaneció en las galerías de lo invisible
o a la espalda del rey:
que Júpiter divisó un día a Leda,
se le retorció quién sabe qué músculo del corazón,
y se quedó prendado de ella.
Esto no le pasó por la mente al rey,
quien no obstante no dejó de dormir tranquilamente,
con su triángulo amoroso de costumbre
(él, su esposa y su almohada)
y con un sueño sereno sin los sobresaltos y pesadillas
que convierten la cama del durmiente en cama de tortura.

Júpiter sabía que él sería rechazado por Leda;
conspiraban en su contra:
la desconfianza que provocaba en una mortal
tener deslices con la inmortalidad,
su mala fama -llevar de corazón una veleta
que no podía enamorarse de un solo punto cardinal y,
más que nada, la virtud de Leda
que en ninguna circunstancia estaba dispuesta
a dar su brazo y sus promesas y su monogamia a torcer.
Pero al dios libertino jamás lo detenía un no:
el rechazo era un antídoto contra sus indecisiones.
Las reticencias o dudas vaginales de su asediada,
despertaban la voluntad de dominio de la boa que,
después de haber tenido el largo sueño
de asimilación de otra conquista,
despertaba y volvía a las andadas.
Júpiter, conociendo los gustos refinados de la joven
-le encantaban los caracoles
que se aprendían de memoria los poemas del mar,
los saltamontes que eran como alpinistas sin montaña,
los erizos y su puesto de alfileres en venta,
los delfines como olas que pasaban al estado sólido-,
se tranformó en el animal
que podía atraer la atención y el cuidado de la dama.

Pero Leda le era fiel al monarca.
No tenía la menor intención
de establecer un amasiato entre alguna de sus células
y uno de los galanes que la merodeaban.
Ni pensar en ello.
Para distraerse tenía damas de compañía,
mucamos y muchísimos juguetes.
Y en su jardín un estanque donde,
a su desgracia,
brillaban por su ausencia todo tipo de ánades y pájaros acuáticos.
Ahí se presentó Júpiter metamorfoseado en hermosísimo cisne
que alargaba “el cuello lentamente /como blanca serpiente
/que saliera de un huevo de alabastro”.
Era un animal caído de la vía láctea,
limpio, manso, insinuante
que se acercaba a ella (navío con dos galeotes)
en cuanto la divisaba.
Se aproximaba a ella,
la dejaba acariciarlo,
frotaba su cuello en el cuello de la dama,
se alejaba a veces
-a la distancia exacta en que iba a ser extrañado y
volvía rápidamente al corral de la caricia.
El cisne fue convirtiéndose en cotidiano,
juguete delicioso, imprescindible.
Ella se descubrió teniendo una obsesión desconocida por el ave.
Éste bogaba en la conciencia de Leda como idea fija.
Y todo empezó a parecerle gris,
si no es que negro, cuando le faltaba
la blancura emplumada y navegante de su embrujo.

Y sucedió lo irremediable: ambos,
Leda y el cisne,
la esposa de Tíndaro y el rey de los dioses,
se fueron a la parte más escondida del estanque
y empezaron a intercambiar confidencias y atrevimientos.
En los escarceos, Júpiter creyó ver fugazmente en su amada
la reencarnación de su madre
ya que, en cierto momento, su brazo y el cuello del cisne
se enroscaron apasionadamente
como dos sierpes
que logran su plena satisfacción en el nudo del amancebamiento.
Al calor de la entrega,
por su lado, la mujer columbró,
en una visión relampagueante,
una divinidad espectral a horcajadas en el cuerpo del cisne,
con el cuello del ave enhiesto y erguido,
ondulante y lujurioso,
saliendo y penetrando en su entrepierna.



Francesco di Cristofano Franciabigio



Enrique González Rojo Arthur nació en México, D.F., el 5 de octubre de 1928 en un ambiente rodeado de libros. Como el mismo cuenta, poco después de haber nacido sobrevino un temblor y se cayeron dos tomos de la Enciclopedia Británica en su cuna y por poco fue víctima de un "Enciclopediazo". Pero esta no fue la única razón por la cual ha dedicado gran parte de su vida a la lectura y escritura de libros. El ambiente le fue propicio. La educación del abuelo y del padre -sobre todo del primero- sembraron en Enrique una afición y un gran placer por la cultura. Desde muy jóven, cuando su abuelo le preguntaba por un libro, sabía en dónde encontrarlo en la biblioteca. Se había convetido en el librero de la casa. Más tarde expresaría claramente cómo esta devoción determinaría su entorno: ha vivido en bibliotecas que tienen casa, no en casas que tienen biblioteca.
Desde la muerte del abuelo y en plena juventud, se afanó en el magisterio. En 1959 obtuvo el grado de maestro en filosofía con una tesis llamada: "Anarquismo y materialismo histórico":, cuyos planteamientos el autor ha modificado y superado.Enrique también realizó los estudios del doctorado en filosofía. Ha residido siempre en el Distrito Federal, a excepción de dos años que vivió junto con su familia en Morelia, Michoacán, donde fue invitado a colaborar como profesor de tiempo completo en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.Además del magisterio, Enrique se ha dedicado preferentemente a la literatura, a la filosofía y a la militancia política. Después de haber superado hace dos años una grave enfermedad, se encuentra en una de las épocas más prolíficas de su vida, sumando a su afán de escribir sus antiguos gustos por la múscia y el cine, pero ahora con mayor tiempo y disposición.

Extraido de la página del autor

sábado, 22 de agosto de 2009

Leda en papel


"Origami" (折り紙) es el arte japonés del plegado de papel. El origen de la palabra procede de los vocablos japoneses "oru", que significa plegar, y "kami", que designa al papel. Pero éste no ha sido su único significado, ya que a través del tiempo este arte ha tenido cambios en el nombre que lo identifica. En los primeros siglos de su existencia se le llamaba Kami para destacar el hecho de haber sido creado en papel, que en realidad es homónimo de la palabra que usan para designar los espíritus de los dioses. Pasaron los siglos y tomó el nombre de Orikata, que significa en español "ejercicios de doblado". No fue hasta 1880 que se desarrolló la palabra Origami a partir de las raíces "Oru" y "Kami", antes mencionadas. Según la filosofía oriental, el origami aporta calma y paciencia a quien lo practica, rasgo común de bastantes terapias basadas en el ejercicio manual.

En España se le asignó el vocablo "papiroflexia" al arte geométrico de hacer plegados para figuras en papel.

La particularidad de esta técnica es la transformación del papel en formas de distintos tamaños y simbología, partiendo de una base inicial cuadrada o rectangular que pueden ir desde sencillos modelos hasta plegados de gran complejidad. No hay que confundirla con el "kirigami", el arte y la técnica de cortar el papel dibujando con las tijeras, sin un difujo o marca previa, ni con el "maquigami", que es el arte y técnica de trabajar el papel para rasgar, unir, doblar y arrugar, únicamente con las manos.

Los sujetos preferidos para modelar son animales y otros elementos de la naturaleza como flores, árboles entre otros motivos. Aunque probablemente sean los pájaros la figura más realizada con el arte del Origami y, entre ellas, descatan las figuraciones del dios cisne. Así, es fácil encontrarse múltiples diseños a cual más original y bello:












Sin embargo, es este diseño de Daniel Naranjo el que nos seduce: una Leda hecha con origami. Una muestra más de las omnipresencia de la princesa en nuestra vida.





viernes, 21 de agosto de 2009

Mil y una formas de interpretar el mito: algunas Ledas contemporáneas (XXIX)

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Yvonne Monteurs


Peter Kocák



Susana Ragel


Roig de Riego


Ramón Santiago


jueves, 20 de agosto de 2009

Suspiro del cisne que gozó a Leda


Viento

por Fernando López Martín
Tengo celos del viento.
Cual la mano de un amante tirano,
te ciñe con su soplo y te moldea
sobre la carne mórbida el vestido.

El viento se recrea
jugando con tu traje -igual la gracia
de la túnica leve
hecha de sol y nieve
del ángel inmortal de Samotracia-.

Celoso, dolorido
veo su ingrave mano acariciarte.

¡Y no poder librarte
de su tenaz asedio!
¿Cómo poner remedio
a su acoso si es nube
impalpable del que sube
-mientras tú ríes loca-
por tu falda a tu boca
y de tu boca al pelo?

¿Comprendes mi desvelo?
¿Comprendes lo que sufro? Lo que niegas
a mi súplica ardiente,
impúdica, consciente,
al viento que te acosa se lo entregas.

¿Será el viento tu amante? ¡Quién lo sabe!
¿Será el ala del viento la de un ave
que te acaricia trémula? Ese giro
del viento en la arboleda
-mientras mueve tu túnica de seda-
¿será, acaso, el suspiro del cisne que gozó, trémulo, a Leda?

Tengo celos del viento.
Poseído de un triste mal de amores,
contemplo los temblores
del viento cuando juega en tu vestido.


Publicado en la revista Esfera, el 24 de septiembre de 1927.

Adrian Wong Shue

Madrid, hija de Leda


Revisando la hemeroteca del diario ABC, centenario periódico español, nos hemos topado con una interesante columna, sin título, que nos cuenta la verdadera historia de Leda como madre de Madrid. El miércoles 31 de julio de 1963, el genial narrador y periodista ya fallecido "Cándido" escribió en la página 37 de la edición matinal un artículo de denuncia donde utiliza a Leda como curioso recurso narrativo. Interesante, sugerente...

No se sabe cuándo, pero el caso es que pudo verse un gran toro resplandeciente que avanzaba entre las olas de la mar. En la playa estaba Leda. "Quieres salir conmigo esta noche?", le dijo el toro. "¡Ni hablar! - dijo ella-. ¿No te basta Pasifae?" "¿Pasifae? -repuso el toro poniendo cara de idiota-. No sé quién es." "Tú no sabrás quién es -contesto la moza-, pero el minotauro ya va a la escuela." El toro, viéndose cogido, bramó estremecedoramente y se fue. Entonces apareció el cisne, cosa que ustedes ya saben. Lo que ignoran es que todo lo que se ha contado sobre el particular no es más que una calumnia. La verdad es que Leda agarró una escopeta en cuanto el cisne le propuso casarse y le soltó cuatro escopetazos. Solamente se quedó el canto del cisne. Y entonces apareció el oso. Lento, pero seguro, el oso cautivó el corazón de Leda, y poco después nació el primer retoño. El tal retoño fue Madrid. Esta es la verdadera leyenda, que con mucho gusto les hemos referido. La leyenda puntual de de Madrid. Hija de Leda, esta ciudad es grácil y armoniosa; tiene un no sé qué. Hija de un oso, de un oso madroñero, es lenta, lenta hasta la exasperación, como un padre. Lenta, pero segura. Los ciclos dentro de los cuales Madrid vive, se desarrolla y progresa sobrepasan con mucho la vida humana. De ahí que parezca que esto no se mueve, que no fluya, que nada se arregle, que todo se posponga. Cuestión de perspectiva. Puro fenómeno óptico. Se mueve y progresa dentro del sistema de coordenadas de los grandes plantígrados. Ustedes dirán que esto no progresa, pues, por ejemplo, advertimos hasta la saciedad el peligro que representaba el seta de la avenida del Generalísimo, cerca de la plaza de San Juan de la Cruz, donde entre otros accidentes hubo uno mortal a fines de año y hace poco ha vuelto a matarse otra persona por la misma causa. Dirán ustedes que ya toca en mal gusto nuestra insistencia en torno a la flagrante irregularidad de las tómbolas, y, no obstante, ahí siguen. Nos gritarán que nadie más duros que nosostros con la muchedumbre de tenderetes y puestos que convierten Madrid en un zoco a más de construir una auténtica especulación con el suelo, y ahí nos tienen ustedes. ¿Y el ruido, del que hoy es rey ese compresor situado a la entrada principal del Metro de Cuatro CAminos? ¡No hablemos de los baches!


Pues bien. Todo eso no ha sido resuelto, pero se está resolviendo... Sólo que nosotros no lo veremos. Madrid, ciudad hija de un oso, va con otro ritmo del nuestro. Pero las cosas se están arreglando. De eso no les quepa la menor duda.

Cándido


Ulla Walter


Carlos Luis Álvarez Álvarez, más conocido por su seudónimo Cándido (Oviedo, 14 de enero de 1928 - Madrid, 15 de agosto de 2006), escritor español y periodista.

Hijo de periodista, estudió Derecho, pero antes de licenciarse se matriculó en la Escuela Oficial de Periodismo, en la que se graduó en 1955. Comenzó su carrera periodística en 1956 en el diario madrileño ABC (España), donde estuvo hasta 1978 e hizo muy popular su seudónimo Cándido en homenaje al famoso personaje de Voltaire, aunque también usó el menos popular de Arturo en publicaciones como Arriba y Pueblo. Subdirector de la revista Índice entre 1969 y 1970. Colaboró en El Español, Juventud, Arriba y la prensa del Movimiento (1975). Fue redactor en Pueblo (1975-1976) y en la Hoja del Lunes de Madrid (1978). Columnista de Informaciones en 1979. Volvió a ABC con la columna 'De ayer y de hoy', y luego empezó a colaborar con los editores del Grupo Z. Dirigió la última etapa de La Codorniz hasta su cierre en 1978 y formó parte del grupo creador de Hermano Lobo. Entre 1982 y 1983 fue cuatro meses jefe del Gabinete de Relaciones Externas de RTVE, cargo del que dimitió en abril. Fue asesor de Presidencia del Grupo Zeta, Consejero de la Agencia EFE y de Telemadrid. Colaboró en las publicaciones Tiempo, Interviú, El periódico de Cataluña y la Agencia de Información OTR. Miembro de la Asociación de Periodistas Europeos (APE), presidió la sección española de esta asociación desde su fundación en 1981 hasta su fallecimiento.

Escribió varias obras, entre ellas Las ciento y una últimas horas de Cándido, La rueda. Miseria y esplendor de la India (1965), Penúltima hora, Azorín ante el cine, Caperucita y los lobos (1976), Setenta y cuatro artículos de Cándido en ABC (1982). En 2001 publicó dos obras, Pecado escarlata y ¿Qué es la dignidad? También esautor de numerosos libros de memorias interesantes por su espléndido estilo y por la penetración de sus análisis sobre la vida española del franquismo y la transición: Un periodista en la dictadura (1976), que salió muy estragado de erratas; De ayer a hoy (1978) y Memorias prohibidas (1995), sin duda el más importante y autobiográfico de todos. Un año después publicó La sangre de la rosa. El poder y la época (1982-1996), en el que realiza un análisis crítico de los gobiernos del PSOE. Como articulista le caracterizó la concisión, una inteligente ironía y un extenso y humanista bagaje cultural de base grecolatina, como lo demuestra la columna seleccionada.

Falleció en Madrid el 15 de agosto de 2006 a causa de un cáncer de colon que padecía desde hacía tiempo agravado por su diabetes crónica.

miércoles, 19 de agosto de 2009

La interpretación erótica del mito de Leopoldo Perdomo

De la princesa Leda y el cisne divino

de Leopoldo Perdomo


Cuenta Herodonte que las únicas dulzuras que se le conocen a Zeus Poderoso son los momentos en que queda dominado por el espíritu de Afrodita. Y ahora mismo empiezo con la historia que es muy poética e instructiva.

Había una princesa muy bella llamada Leda que gustaba de tumbarse en un prado de fina yerba, escuchando el canto de las cigarras. Yacía con frecuencia así, con los muslos desnudos al sol y expuestos a las miradas indiscretas de los dioses. Una corneja parlanchina, que volaba por aquellos parajes, empezó a dar escandalosos graznidos al ver a la princesa semidesnuda. De todos es sabido que las cornejas son muy sensibles a la belleza desnuda de las princesas. Atraído por esta algarabía, el divino Zeus, que iba camino de Troya, se acercó para ver lo que pasaba.

Y al contemplar la belleza sin par de la princesa quedó prendado de ella en un instante. Pues ya sabéis que las pasiones de los dioses se desatan en cualquier momento impredecible. Así que, temiendo asustar a la princesa, con su figura gloriosa y resplandeciente, tomó la forma de un cisne de gran tamaño y orgullosos ademanes. Pues los dioses saben que las princesas siempre se chiflan por las cosas bien medidas. Y añade la historia que las plumas deste cisne eran blancas como la nieve.

Con este disfraz, el dios se acercó para cortejar a la princesa. Ésta a la vista de este bello cisne levantó su cuerpo y quedó sentada sobre la yerba para ver mejor el prodigio.

De modo que el cisne divino empezó a pavonearse, con gran excitación, pasando por delante de la princesa, una y otra vez. Y de cuando en cuando, agitaba con fuerza sus alas blancas, provocando con este gesto un huracán de lujuria concupiscente. En otros momentos, el cisne movía con lascivo vaivén su dulce y sensible cola enamorada. Y la alzaba y se giraba para enseñarle su rosácea protuberancia amorosa; aunque esta solo era una leve muestra de la inmensa promesa de amor que aún seguía dentro.

Comentan los filósofos que los cisnes tienen un apéndice de notorias proporciones. Y por eso especulan sobre las dimensiones que habría de tener un cisne de naturaleza divina. Todo lo que sabemos sobre este tema está inspirado solo en la fe.

Y en estas andaba el cisne cuando, de pronto, estiraba su largo cuello y hacía sonar la dulce trompeta de su voz enardecida por los deseos amorosos. Estos pavoneos y este trompeteo fueron encendiendo una llama de pasión en el corazón loco de la princesa. Su corazón se aceleraba y Leda sentía unas punzadas placenteras y un calor sensible en... ese punto íntimo y casto del que nunca hablamos. La temperatura de la princesa fue subiendo y una vez que la pasión se puso incandescente, ya no dudó en echarse sobre la dulce yerba y separó sus níveos muslos para aceptar sobre su cuerpo al enorme cisne enamorado. Éste colocó sus palmeadas y cálidas patas sobre el vientre mullido de la princesa que notó un gran placer al sentir el peso de aquella divinidad. Y luego, con pasmosa habilidad, el cisne acercó su parte sensible a la cálida ranura. Y enseguida el dios encontró, en ese lugar sagrado, la cosa más dulce que allí se esconde. Y con su grueso apéndice sonrosado y cálido, le fue acariciando con insistencia en ese lugar al que algunos llaman "la faba de Afrodita". El punto se excitó mucho con la divina cortesía; por lo que se puso rubicundo y acalorado. Por eso salió de su estuche protector y se puso vibrante y tenso. Y dicen que se dejó acariciar longamente por el dulce y cálido apéndice divino. Tenían mucho que decirse y pasaron mucho tiempo conversando.

Estos intercambios de dulzura pusieron a la princesa en situación de dar alaridos incontrolados de placer. Y mientras andaba en estos delirios, el divino cisne la penetró lentamente con su enorme apéndice rosado y sensible. Ella notó el volumen penetrante y sintió que el fuego del dios la invadía, se expandía por todo su cuerpo y le llegaba hasta el corazón. Así que vivió aquellos momentos con un gran deleite. Eso le dejo la respiración y todos sus músculos en constantes agitaciones. Y cuando el ardor y el placer parecían agotados, de pronto sentía la princesa que el miembro divino penetraba otra vez en toda su gloria. Y la llenaba totalmente y le hacía sentirse henchida como si nada más cupiera dentro de su cuerpo. Y deste modo, las sensaciones se iban y se venían. Y los fuegos, ora, se incrementaban y crecían, ora, menguaban para volver a crecer, todo con ritmo lento. Y esto ocurría una y otra vez. Y se generaba en su cuerpo un gozo inmenso que la princesa jamás había conocido.

En estas andaba la pareja cuando el cisne enamorado alongó su cuello buscando la boca de la princesa. Ésta abrió sus labios para aceptar el pico divino. Entonces, el cisne enamorado abrió su pico aplanado y surgió de allí, como en un milagro, una lengua gruesa y alargada que penetró en la boca de la princesa. Ésta acogió con amor la lengua del cisne que la penetró profundamente. Sentía la bella Leda en su boca las palpitaciones, toda la plenitud y el fuego húmedo del dios. Y con todas estas sensaciones, la princesa gemía y jadeaba de placer. Y éste era tan inmenso que su corazón galopaba como un caballo salvaje.

En algún momento, las emociones se hicieron tan intensas que se oyeron unos tremendos alaridos de la princesa y le vinieron unas fuertes agitaciones. Fue en ese instante cuando la divinidad batió con fuerza sus poderosas alas. Y se dice el divino cisne lanzó un potente sonido por su cuello trompetero. Tanta debió ser la fuerza del sonido que vino a oírse en toda la tierra del Peloponeso.

En respuesta a este orgasmo divino, las nubes lanzaron un increíble aguacero de lluvia caliente sobre ellos y enseguida se oyó un trueno que estremeció la tierra. Y dicen que el aire se llenó de excitantes aromas que invitaban al amor. Y estos efluvios penetrantes y placenteros se esparcieron por toda la región durante años.

En esos tiempos todos los guerreros, y hasta los mismos esclavos, iban con el apéndice carnal siempre erecto. Y las damas, y las inocentes doncellas, sentían constantemente un calor en su casta ranura y unas urgencias muy difíciles de contener.
En esas siguieron los enamorados, durante días y días. Y lo hacían ahora y otra vez minutos más tarde. Estos justificados motivos no les dejaban hacer ni pensar en otra cosa que tuviera mayor interés.

A los treinta días, y como consecuencia de estas dulces copulaciones, la princesa puso un huevo semi-divino de notorias dimensiones. Y deste huevo sin igual nacieron tres seres maravillosos: Helena, Castor y Pollux. Estos seres encantadores dieron origen a muy bellas historias para que pudieran comer con ellas los poetas que cantan en los banquetes.

Algunos dicen que, como premio a los dulces servicios, la princesa Leda fue convertida en diosa. Pero, la divina Hera, esposa y hermana de Zeus, llevaba muy mal los cuernos. Así que tuvo un justificado ataque de celos. Hacía cuatro semanas que no veía a su marido por el lecho nupcial. Enterada de todo lo ocurrido por una corneja de lengua muy suelta, puso guardias armados a las puertas de bronce del Olimpo y jamás permitió que la princesa pisara los predios sagrados del monte.

En consecuencia, Zeus compensó a la princesa con un espacio vacante en el cielo. Y la colocó como una nueva estrella, que brilla con amoroso parpadeo, en la constelación llamada del Cisne.

En las noches de verano nos tumbamos perezosamente sobre la dulce yerba y miramos las estrellas del cielo. Al ver el parpadeo de las estrellas del cisne, recordamos la aventura maravillosa de la princesa Leda y el divino cisne enamorado. Y con estos dulces pensamientos reforzamos los fundamentos de nuestra fe sincera.


Ver Afrodisia, el libro completo de Leopoldo Perdomo

Sculpteur, cherche avec soin..., de Banville


Sculpteur, cherche avec soin...
de Théodore De Banville


Sculpteur, cherche avec soin, en attendant l'extase,
Un marbre sans défaut pour en faire un beau vase ;
Cherche longtemps sa forme et n'y retrace pas
D'amours mystérieux ni de divins combats.
Pas d'Héraklès vainqueur du monstre de Némée,
Ni de Cypris naissant sur la mer embaumée ;
Pas de Titans vaincus dans leurs rebellions,
Ni de riant Bacchos attelant les lions
Avec un frein tressé de pampres et de vignes ;
Pas de Léda jouant dans la troupe des cygnes
Sous l'ombre des lauriers en fleurs, ni d'Artémis
Surprise au sein des eaux dans sa blancheur de lys.
Qu'autour du vase pur, trop beau pour la Bacchante,
La verveine mêlée à des feuilles d'acanthe
Fleurisse, et que plus bas des vierges lentement
S'avancent deux à deux, d'un pas sûr et charmant,
Les bras pendant le long de leurs tuniques droites
Et les cheveux tressés sur leurs têtes étroites.

Ineke Mengelder




Théodore de Banville nació el 14 de marzo del año 1823 en Moulins, en Allier, Francia; y falleció el 13 de marzo de 1891 en París. Fue un poeta, crítico dramático francés y uno de los principales precursores del Parnasianismo. Fue hijo de Claude Théodore Faullain de Banville (1785-1846) y de Zélie Huet (1799-1876). Realizó sus estudios en el liceo Condorcet. Victor Hugo y Théophile Gautier le animaron a que escribiera poesía y pronto se convirtió en una figura destacada de este arte. Colaboró como crítico dramático en distintos periódicos y diarios como le Pouvoir (1850) y le National (1869), convirtiéndose en miembro de la Revue fantaisiste (1861), donde también aparecían poetas que darían origen al movimiento parnasianista y otros movimientos del siglo XIX. En 1866 se casa con Marie-Élisabeth Rochegrosse y organizó la primera representación de Gringoire. Un año más tarde publicó Les Exilés, que dedica a su mujer y que consideraría como una de sus mejores obras. El 24 de mayo de 1870 recibe la carta de un joven poeta que en ese año apenas tenía 15 años: Arthur Rimbaud. En dicha carta Rimbaud le copia distintos poemas de su creación, como Ophélie, Sensation, Soleil et chair, con la intención de poder recibir su apoyo para negociar con el editor Alphonse Lemerre, haciendo referencia de la siguiente forma: «(...)Que si je vous envoie quelques-uns de ces vers,-et cela en passant par Alph. Lamerre, le bon éditeur- c'est que j'aime tous les poètes (...)» .
Así, en noviembre de 1871, Banville acoge en su casa a Rimbaud, aunque meses más tarde éste criticaría la poesía de Théodore en un poema titulado Ce qu'on dit au poète à propos des fleurs.
En 1872, con la publicación del Petit Traité de poésie française, Théodore de Banville rompería con el Simbolismo anterior. Junto con Charles Asselineau se encargaría de realizar la tercera edición de Las flores del mal de Charles Baudelaire.
Moriría poco después de haber publicado Marcelle Rabe. Fue enterrado en el cementerio de Montparnasse.

lunes, 17 de agosto de 2009

Un cygne mort..., de Raymond Radiguet


Un cygne mort...

por Raymond Radiguet
Un cygne mort ne se remarque
Parmi l'écume au bord du lac.

Léda te voilà bien vengée,
Pense qu'un cygne au tien pareil
D'une aïeule charmant l'oreille
Au premier chant fut égorgé.

Son duvet emplit l'édredon
Sous lequel Léda délaissée
Informe de son abandon
Le passant qui déjà le sait.

Passez, couleurs, puisque tout passe
À la fin il reste du blanc.
Les anges en peignoir de bain
Sur le sable n'ont laissé trace

De leur passage. Et les dérange
Du chien la nuit quelque aboiement,
Le simple coup de pied d'un ange
Enseigne au chien comme l'on ment.

Et toi, mon cygne, ma tristesse,
Qu'en attendant Noël j'engraisse,
Les larmes dont ton coeur est plein
Empêchent le sang de tacher
Le sable sur lequel Léda
Pour un cygne se suicida.

Son linge, ses larmes séchés,
L'ange s'élance du tremplin.




Raymond Radiguet nació el 18 de junio de 1903 en Saint-Maur-des-Fossés y murió el 12 de diciembre de 1923 en París, Francia. Fue un escritor francés que falleció con veinte años y dos novelas a sus espaldas: El baile del conde Orgel, publicada tras su muerte, y sobre todo El diablo en el cuerpo, que narra los amores entre un adolescente y una mujer casada cuyo marido combate en el frente. Con ello, Radiguet se opone cínicamente al heroísmo bélico oficial, por lo que la novela causó un gran escándalo.

Fue hijo del dibujante Maurice Radiguet. Estudió en el liceo Carlomagno en París. A causa de su gran afición a la lectura, no estuvo muy involucrado en sus estudios, lo cual supuso que no fuese considerado un buen alumno. Leía los escritores de los siglos XVII y XVIII, teniendo especial interés en la Princesse de Clèves de Madame de La Fayette; también leyó escritores como Stendhal y Proust; y poetas como Verlaine, Mallarmé, Rimbaud o el Conde de Lautréamont.

Raymond RadiguetCon 15 años abandona definitivamente sus estudios para hacer periodismo. Se relaciona con André Salmon, Max Jacob, Pierre Reverdy, François Bernouard (el cual sería el futuro editor, en 1920, de sus poemas recogidos en Les Joues en feu); conoce a pintores como Juan Gris, Picasso, Modigliani, Jean Hugp; y se vincula con jóvenes compositores como Darius Milhaud, George Auric, Francis Poulenc o Arthur Honegger. Cuando se fundó el periódico satírico francés Le Canard enchaîné, Radiguet publicaría algunos cuentos bajo el pseudónimo de Rajky. En el año 1918 conocería a Jean Cocteau, el cual quedó admirado por el joven y a quien se refería diciendo: es el alumno que se convirtió en mi maestro.[1] Radiguet fue el protegido de Cocteau, de forma que éste se entusiasma con los poemas del joven y le anima a escribir, le aconseja y le hace trabajar, de forma que le ayuda a publicar sus versos en varias revistas, como Sic y Littérature.

Se convierten en inseparables y en mayo de 1920 fundan juntos la revista Le Coq, de carácter vanguardista, en la cual colaboraron, entre otros Georges Auric, el pintor Roger de La Fresnaye, Paul Morand y Tristan Tzara. Así, Radiguet escribe su primer artículo en el primer número de la revistaque comienza con las siguientes palabras escritas en mayúscula: DEPUIS 1789 ON ME FORCE À PENSER. J’EN AI MAL À LA TÊTE (Desde 1789 se me fuerza a pensar. Me duele la cabeza). A partir de 1921, Radiguet decide abandonar la vida desorganizada que llevaba hasta enconces para pasar a una vida fuertemente disciplinada interiormente. Joseph Kessel diría al respecto: Nada menos ordenado que su vida exterior, pero nada más harmonioso, más equilibrado, mejor construido y mejor protegido que su vida interior. Podía ir de bar en bar, no dormir durante noches enteras, errar de habitación en habitación de un hotel; su espíritu trabajaba con una lucidez constante, una maravillosa lógica. Raymond Radiguet muere el 12 de diciembre de 1923 a causa de una fiebre tifoidea.

Le... Poème secret, de Guillaume Apollinaire


Le... Poème secret
por Guillaume Apollinaire

Voilà de quoi est fait le chant symphonique de l'amour qui bruit dans la conque de Vénus
Il y a le chant de l'amour de jadis
Le bruit des baisers éperdus des amants illustres
Les cris d'amour des mortelles violées par les dieux
Les virilités des héros fabuleux érigées comme des cierges vont et viennent comme une rumeur obscène
Il y a aussi les cris de folie des bacchantes folles d'amour pour avoir mangé l'hippomane sécrété par la vulve des juments en chaleur
Les cris d'amour des félins dans les jongles
La rumeur sourde des sèves montant dans les plantes tropicales
Le fracas des marées
Le tonnerre des artilleries où la forme obscène des canons accomplit le terrible amour des peuples
Les vagues de la mer où naît la vie et la beauté
Et le chant victorieux que les premiers rayons de soleil faisaient chanter à Memnon l'immobile
Il y a le cri des Sabines au moment de l'enlèvement
Le chant nuptial de la Sulamite
Je suis belle mais noire
Et le hurlement précieux de Jason
Quand il trouva la toison
t le mortel chant du cygne quand son duvet se pressait entre les cuisses bleuâtres de Léda
Il y a le chant de tout l'amour du monde
Il y a entre tes cuisses adorées Madeleine
La rumeur de tout l'amour comme le chant sacré de la mer bruit tout entier dans le coquillage.

Carlos Podestá


Guillaume Apollinaire fue el seudónimo del poeta, novelista y ensayista francés Wilhelm Apollinaire de Kostrowitsky (Roma, 26 de agosto de 1880 – París, 9 de noviembre de 1918). Nació en Roma, en agosto de 1880. Pasó gran parte de su infancia en la Costa Azul, algo que le hizo abrir los ojos al mundo y descubrirlo. En Monaco, donde estudió, comenzó a inventar. Asimismo, transcurrieron algunos años de su juventud en la localidad francesa de Niza. Escritor de vida azarosa, desempeñó diversos empleos: en 1901 lo vemos viajando a Alemania, para sobrevivir, como preceptor de la hija de la vizcondesa de Milhau, durante un año. A su regreso a París, en 1902, trabajó como contable en la bolsa y como crítico para varias revistas, desde las que teorizó en defensa de las nuevas tendencias, como el cubismo de sus amigos Picasso y Braque y el fauvismo de Henri Matisse, con los que compartió la vida bohemia de la época y frecuentó los círculos artísticos y literarios de la capital francesa, donde adquirió cierta notoriedad además de escribir el texto que sirvió de manifiesto para el Cubismo, Los pintores cubistas.

En 1909 publicó su primer libro, El encantador en putrefacción, basado en la leyenda de Merlín y Viviana, al que siguieron una serie de relatos de contenido fabuloso. Sus libros de poemas El bestiario o el cortejo de Orfeo (1911) y Alcoholes (1913) reflejan la influencia del simbolismo, al tiempo que introducen ya importantes innovaciones formales; ese mismo año apareció el ensayo crítico Les peintres cubistes (Los pintores cubistas), defensa encendida del nuevo movimiento como superación del realismo. Al estallar la guerra de 1914, se alistó como voluntario y fue herido de gravedad en la cabeza en 1916; ese año se le concede la nacionalidad francesa, murió dos años después, víctima de la gripe española, cuando aún estaba convaleciente.



jueves, 6 de agosto de 2009

Leda en espera de esas alas: Pierre Louÿs y las alabanzas de las dichosas tinieblas


Este hermoso cuento de Pierre Louÿs, dedicado a su gran amigo André Gide, está dividido en cuatro partes y relata el encuentro entre una Leda que no es reina si no ninfa. Esta Leda huirá de sí misma, de sus recuerdos y de otro encuentro. Es un bello relato, en el que una inocente y dulce Leda encuentra su razón de ser, su pasión y adquiere consciencia de su cu
erpo una vez que se ha unido al cisne. Leda encuentra el amor, su camino, su propósito en la vida, aunque algunos eventos desafortunados ocurran luego.

La historia, como en el Decamerón (no sé por qué me lo recordó), comienza con un narrador llamado Mélandryon, que se dispone a contarle a cuatro chicas nuestra historia, la del encuentro de Leda con el Cisne.. eso sí, es una historia distinta, diferente, apasionada y triste de una ninfa que se busca a sí misma, de una blanca y azul ninfa que alcanza la felicidad verdadera al encuentro del amor. La historia está cargada de símbolos, que como en el amor, y así lo advierte Mélandryon, no deben ser descifrados, he allí su principal atracción:

»Mais il ne faut pas le dire, il ne faut pas le savoir, il ne faut pas chercher à l'apprendre.
Telle est la condition de l'amour et de la joie. C'est à la louange des bienheureuses ténèbres».


Y el Dios del río en el que Leda es amada por el cisne, le aclara un poco a Leda lo que le ha pasado:


«Tu es la nuit. Et tu as aimé le symbole de tout ce qui est lumière et gloire, et tu t'es unie à lui.» Du symbole est né le symbole et du symbole naîtra la Beauté. Elle est dans l'oeuf bleu qui est sorti de toi. Depuis le commencement du monde, on sait qu'elle s'appellera Hélène ; et celui qui sera le dernier homme connaîtra qu'elle a existé.» Tu as été pleine d'amour parce que tu as tout ignoré. C'est à la louange des bienheureuses ténèbres.

La primera edición de este cuento se encuentra en la Librairie de l'Art Indépendant en 1893. Apareció compilada en la primera edición del Crépuscule des Nymphes, París (1925).

"...son corps attendait déjà le battement des ailes du Cygne"

Lêda ou La louange des bienheureuses ténèbres
de Pierre Louÿs


On n'y voyait presque plus. Une invisible Artémis chassait sous le croissant penché, derrière les branches noires qui pullulaient d'étoiles. Les quatre Corinthiennes restaient couchées dans l'herbe près des trois jeunes hommes ; et l'on ne savait plus très bien si la dernière oserait parler après les autres tant l'heure était au silence.

Les contes ne doivent être dits qu'en plein jour. Dès que l'ombre est entrée quelque part, on n'écoute plus les voix fabuleuses parce que l'esprit fugitif se fixe et se parle à lui-même avec ravissement.

Chacune des femmes étendues avait déjà un compagnon secret dont elle créait le charme à l'image réelle de son désir enfantin. Pourtant, elles ouvrirent toutes les yeux dans l'obscurité quand le grave Mélandryon dit ces premières paroles : «Je vous conterai l'histoire du Cygne et de la petite nymphe qui vivait sur les bords du fleuve Eurotas. C'est à la louange des bienheureuses ténèbres». Il se releva, mais à demi, et s'appuya d'une main dans l'herbe, et voici comment il parla :

I

EN ce temps-là, il n'y avait pas de tombeaux sur les routes, ni de temples sur les collines. Les hommes n'existaient guère : on n'en parlait pas. La terre se livrait à la joie des dieux, et favorisait la naissance des divinités monstrueuses. C'est le temps où l'Echidna enfanta la Chimère, et Pasiphaé le Minotaure. Les petits enfants pâlissaient dans les bois, sous l'effroi du vol des dragons.

Or, sur les bords humides du fleuve Eurotas, où les bois sont tellement épais qu'on n'y voit jamais la lumière, vivait une jeune fille extraordinaire, qui était bleuâtre comme la nuit, mystérieuse comme la lune mince, et douce comme la voie lactée. C'est pourquoi on la nommait Lêda.

Elle était vraiment presque bleue, car le sang des iris coulait dans ses veines, et non comme aux vôtres le sang des roses. Ses ongles étaient plus bleus que ses mains, ses papilles plus bleues que sa poitrine, ses coudes et ses genoux tout à fait azurés. Ses lèvres brillaient de la couleur de ses yeux, qui étaient bleus comme l'eau profonde. Quant à ses cheveux en liberté, ils étaient sombres et bleus autant que le ciel nocturne et vivaient le long de ses bras, si bien qu'elle paraissait ailée.

Elle n'aimait que l'eau et la nuit.

Son plaisir était de marcher sur les spongieuses prairies des rives, où l'on sentait l'eau sans la voir, et ses pieds nus avaient des frissons de bonheur à se mouiller obscurément.

Car elle ne se baignait pas dans la rivière, de peur des jalouses naïades, et d'ailleurs elle n'eût pas voulu se livrer à l'eau tout entière. Mais qu'elle aimait se mouiller ! Elle mêlait au courant rapide l'extrême boucle de sa chevelure et la collait sur sa peau pâle avec des dessins lentement recourbés. Ou bien elle prenait dans le creux de sa main un peu de la fraîcheur du fleuve qu'elle faisait couler entre ses jeunes seins jusqu'au pli de ses jambes rondes où il se perdait. Ou encore elle se couchait en avant sur la mousse trempée pour boire doucement à la surface de l'eau, comme une biche silencieuse.

Telle était sa vie, et de penser aux satyres. Il en venait quelquefois par surprise, mais qui s'enfuyaient effrayés, car ils la prenaient pour Phoebé, sévère à ceux qui la voient nue. Elle aurait voulu leur parler, s'ils se fussent arrêtés près d'elle. Le détail de leur aspect la remplissait d'étonnement. Une nuit qu'elle avait fait quelques pas dans la forêt, parce que la pluie était tombée et que la terre était torrentielle, elle avait vu de près un de ces demi-dieux endormi ; mais elle avait pris peur à son tour et était revenue tout à coup. Depuis, elle y passait par intervalles et s'inquiétait des choses qu'elle ne comprenait pas.

Elle commençait à se regarder aussi, se trouvait elle-même mystérieuse. Ce fut l'époque où elle devint très sentimentale et pleura dans ses cheveux.

Quand les nuits étaient claires, elle se regardait dans l'eau. Une fois elle pensa qu'il serait mieux de réunir et de rouler sa chevelure ensemble pour dénuder sa nuque qu'elle sentait jolie dans sa main caressante. Elle choisit un jonc souple pour serrer son chignon bleu et se fit une couronne tombante avec cinq larges feuilles aquatiques et un nénuphar languissant.

D'abord elle prit plaisir à se promener ainsi. Mais on ne la regardait pas, puisqu'elle était seule. Alors elle devint malheureuse et cessa de jouer avec elle-même. Or, son esprit ne se connaissait pas, mais son corps attendait déjà le battement des ailes du Cygne."

En las alas del cisne
Ivonne Reek

Para leer la historia completa en francés: Lêda ou La louange des bienheureuses ténèbres

El cuento en español -con traduccción de José Luis Gamboa, bajo una licencia de Creative Commons- puede ser leído: AQUÍ

Pierre Louÿs nace en Bélgica (1970), pero es trasladado a París, lugar en el que siempre residirá. Inscrito en el grupo de provocadores (junto a Oscar Wilde a quien asesoró para escribir Salomé), simbolistas y parnasianistas, comenzó a escribir sus primeros textos eróticos a los 18 años. Exploró el tema del lesbianismo en la obra Las canciones de Bilitis (Les Chansons de Bilitis, 1894). Fue uno de los escritores más leídos en el París de su época y también uno de los más prolíficos; entre sus muchas obras están: Astarte (1891); Mœurs Antiques; Les Aventures du roi Pausole (1901); Manual de Urbanidad para Jovencitas (1917), Psyché; Trois Filles de Leur Mére. En su lecho de muerte, acaecida el 06 de junio de 1925, Louÿs continuó escribiendo versos obscenos.