miércoles, 30 de septiembre de 2009

Las postales de Leda I


En 1865, el Consejero de Estado de Prusia, Heinrich von Stephan propuso la circulación de cartas oficiales sin sobre. No tuvo mayor repercusión y l
a idea se olvidó durante cuatro años. El 2 de julio de 1869 en el diario austriaco Neve Freir Presse el artículo titulado Nuevo medio de correspondencia postal, logró captar la atención del Director de Correos y Telégrafos de Viena, el barón Adolf Maly que promovió una ordenanza real en la que la idea era tomada en cuenta. Comienza oficialmente la historia de las tarjetas postales.

El uso de las tarjetas se extiende rápidamente por
todos los países Europeos y por Estados Unidos. Hasta ese momento era de uso oficial y los gobiernos se reservaban su impresión, pero tanto éxito tuvieron que algunos particulares comenzaron a editar sus propias tarjetas (privadas) que, a diferencia de las oficiales, requerían de la adhesión de un sello para ser enviadas. Durante 1870 los impresores privados (alemanes, franceses y estadounidenses), logran que sus gobiernos liberen la actividad. A partir de allí la creatividad personal y el desarrollo tecnológico de los sistemas de impresión permitió la edición de tarjetas postales ilustradas con vistas de ciudades y paisajes.

Esas primeras postales eran de papel encartonado de forma rectangular y de desigual dimensiones. El anverso se reservaba par
a los sellos, nombre y dirección del destinatario, y el reverso para la comunicación, firma del remitente y, reducida a la mínima expresión, la ilustración. Por ello, si el mensaje era más largo se tomaba la imagen como espacio para escribir.

La edad de oro de las Tarjetas Postales va de 1900 a 1914. En1905 quedan atrás aquellos tiempos en los que nadie se interesaba, y comienza un verdadero auge entre el público y los impresores, quienes comenzaron a ser más osados en su diseños y, no sólo se interesaban por paisajes de grandes ciudades o puertos, ahora la novedad eran escenas cotidianas, armas, mariposas, reyes y un sin fin de ex caeteras (etc.) y entre esos, nuestra Leda, quien con su cisne o con muchos cisnes, vestida o desnuda, en fiestas paganas o recreaciones exactas de cualquiera de sus famosos cuadros, se convierte en sujeto de culto, uso y abuso de los impresores, turistas, familiares, amigos y coleccionistas.

Y gracias precisamente a los coleccionistas hemos encontrado múltiples y variadas tarjetas postales en las que el motivo principal es nuestro motivo: Leda y su Cisne... para cartófilos/as, ledófilos y cisnófilas.







Una Leda limeña


A la señorita D.ª Enriqueta Eléspuru

de Clemente Althaus
Bien parece que, al crearte,
no te dio la suma diestra

tan celestial hermosura

y gracia tan halagüeña,

sino por negarte dichas

y alegres horas serenas,
de éstas así descontando
lo que prodigó en aquéllas:

pero, ¿cuándo, dime, cuándo

no fue infeliz la belleza?

¿Cuándo no fueron las gracias
blanco de la suerte adversa?
Tu dulce hermana lo diga,
aquella Emilia hechicera
que en el abril de su vida

sepultó la oscura huesa.


Tú de tu clara familia,

de Lima ornato y presea,
tan bella cuanto infeliz,
tan infeliz cuanto buena,
la más desgraciada fuiste,

como fuiste la más bella,

pues era fuerza que iguales
desgracia y beldad midieras.


Sólo alumbraron tu llanto

las tristes nupciales teas,

y donde otras hallan dichas

tú sólo lutos y penas:

y por qu
e ni perdonados
tus mismos encantos fueran,
hoy abate tu hermosura

horrible extraña dolencia,

que de tus ojos divinos

los soles radiantes ciega

y el cuerpo airoso y flexible

a eterna calma condena.

¡Ay! ¡cuán otra mis recuerdos

te ven en mi edad primera,

cuando un ángel semejabas

recién bajado a la tierra

y rivales no oponía

a tus once primaveras

la patria ciudad que sólo

beldades por hijas cuenta!


¡Cuán otra te vi más tarde

en Nápoles y en Florencia

y en las tumultuosas calles
de la capital eterna;
cuando el altivo romano,
admirando a la extranjera,

su belleza anteponía

a la romana belleza,

y parándose a mirarte,
seguía con vista atenta,

hasta perderlo distante,
tu abierto coche que vuela!

Y al visitar a tu lado
las galerías soberbias
que, cual población marmórea,

millares de estatuas llenan,
con atónitas miradas,
te vi, divina Enriqueta,

competir en hermosura
con las hermosuras de ellas,
y parecer viva estatua
y animada efigie griega,

entre deidades de mármol

y entre mujeres de piedra.


De las tres ín
clitas Diosas
que al bello raptor de Elena
árbitro hicieron en Ida

de su insigne competencia,

te comparaban mis ojos

con las efigies perfectas,

y adunar te vi de todas
las perfecciones diversas:

que en la majestad a Juno,

en la pureza a Minerva,
y en la gracia te igualabas

a la dulce Citerea.

Doquier que fuiste, el Hispano,

el Anglo, el Francés, el Belga

en ti prefirió a las patrias
la rara beldad limeña:
coral que perlas abrían

era tu boca pequeña,
y tu frente y tus mejillas

rosas blancas y bermejas;

tus ojos resplandecían
cual las hermanas estrellas
de Géminis luminoso,
en luz y en beldad gemelas;
tu cuello hermoso y flexible

el ave envidiar pudiera

en cuyo disfraz fue Jove

furtivo esposo de Leda;
no hay flor que al beso del aura.
Con tanta gracia se meza,
cual tu talle se mecía

al mover tus blandas huellas;

y del castaño cabello

la derramada madeja
toda entera te envolvía,
como el manto de una reina.

¡Ay! que para mí ese tiempo
ni para ti feliz era,

aunque sus horas fugaces
el alma de menos echa;
porque siempre lo pasado

con deseo se recuerda,
aunque triste y doloroso
como lo presente fuera.


Cierto que más infelices

somos hoy, cara Enriqueta,

dando el hado inexorable

a más años más miserias.

Yo, en
ferma la débil carne
y el alma aún más enferma,
arrastro una triste vida
que larga muerte semeja;

y entre tantas desventuras
no es la que menos me aqueja
el que hoy viviente cadáver

mis tristes ojos te vean.

Mas tu mal no sobrepuja

de tu espíritu las fuerzas,
a padecer enseñado

desde juventud tan tierna:

y cual roble a quien no abate

el furor de la tormenta,

cuanto más aquél
se ensaña
crece más tu resistencia;
sin que arranquen tus dolores,
cuando más fieros arrecian,
ni una lágrima a tus ojos
ni a tus labios una queja.

A los más fuertes varones
tú, débil mujer enseñas
a sufrir, y de constancia
eres sublime maestra:

del propio mal olvidada,

ajenos malos consuelas;
y cuando oyes de los tuyos

los ayes y las querellas,
con relatos apacibles

con donaires los alegras,
y queja y llanto prohíbes
y regocijos ordenas:

siendo el último prodigio
de la humana fortaleza
que todos sientan tus males

y tú sola no los sientas.

Y yo aprender de tu ejemplo
tan alta virtud debiera,

mostrando menos al mundo

mis lágrimas y mis quejas,

y oponer a las desgracias
el broquel de la paciencia,
imitándote en sufrirlas,
pues te imito en padecerlas.


Eleanor Abbot

...............

Clemente Althaus Nació el 04 de octubre de 1835 en el seno de una familia peruana acomodada. Fue hijo de Clemente Althaus von Hessen, un militar alemán al servicio del Perú, a quien no pudo conocer porque murió cuando el poeta sólo tenía 4 meses de nacido. Su madre, María Manuela Flores del Campo, falleció también cuando contaba diez años. Acaso esta falta de vínculos familiares desequilibró algo su espíritu. Desde muy joven fue presa de la neurosis. Empezó a publicar en el diario El comercio de Lima. A manera de terapia, viajó por Europa entre 1855 y 1863 y tuvo oportunidad de recorrer Francia (1855-57), Inglaterra (1857), Italia, España, Alemania (1861 a 1862) y de nuevo Francia (de 1862-63). Italia lo impresionó fuertemente, en especial la poesía pesimista de Giacomo Leopardi. Visitó con devoción los museos y lugares históricos. El arte italiano inspiró también muchos de sus poemas. Se familiarizó con las letras clásicas y las corrientes literarias en boga, al punto de convertirse en uno de los escritores más cultos de su tiempo. Tradujo poemas clásicos y románticos italianos, en especial, Petrarca. Cuando regresó a Lima -en 1863- ocupó durante unos años un empleo en el Ministerio de Hacienda, pero renunció por considerar incompatibles las letras y los números. Pasó a ser censor de teatros y Profesor del Curso de Literatura. Publicó en Lima un grueso volumen de sus Obras poéticasPero nuevamente se sintió impelido a mitigar sus angustias en un viaje a Europa y llegó a París, probablemente en 1879. Manifestó nuevamente los síntomas de desequilibrio nervioso, que lo llevó al estado de locura que le acompañó en su muerte, en un manicomio parisino (1881). De su vida amorosa nada se conoce, presumiblemente, como buen romántico, amó a muchas y no se acercó a ninguna.

martes, 29 de septiembre de 2009

La Leda de Leonardo en Photoshop


Hace un tiempo artistas del photoshop se reunieron, en una especie de concurso, para homenajear a Leonardo a propósito de sus 557 años de nacimiento. Para ello, tomaron distintas obras del artista y le dieron un toque moderno, contemporáneo, divertido o simplemente loco. Nosotros nos deleitamos con esta pequeña locura encontrando a nuestra Leda participando en este concurso de curiosas fusiones...

Como para un Leda con otros....


Y con otras...


Más obras: aquí

Cornelia con leditis: otras reinterpretaciones...


Y recordando la obra de Johannes Vermeer (La joven con arete de perla), observar este cuadro nos lleva por caminos ya olvidados de la memoria, esos dónde sabemos que está Leda, que la presentimos, que es la imagen viva del sueño, de nuestro sueño... Ver el cuadro me hace recordar la peli y el libro, y desentrañamos, a través de otra holandesa, algunos de los misterios del cuadro, no muchos, por supuesto. Pero, por ahora sabemos que no era cualquier muchacha, era Leda; al fondo había un cisne (el Dios), ella miraba el pasado sabiendo que olvidaría pronto todo en las alas del cisne... una joven con arete de perlas, ojos verdes y Dios al fondo, es Leda.

Cornelia Pitschi

lunes, 28 de septiembre de 2009

La creación de Leda de Cornelia Pitschi


Sobre la Creación se ha escrito mucho, se ha dicho otro tanto y se ha pintado, reelaborado, releído y redescubierto por artistas y caricaturistas una y otra vez. Así, la Creación de Adán genialmente pintada por Miguel Ángel para la Capilla Sixtina, como una representación del Génesis, forma ya parte de la humanidad, de su patrimonio, de su cultura. Y como nuestro mito también lo es, no es de extrañarnos que encontremos al dios (no al bíblico, al nuestro), dándole vida a Leda, de la única manera que puede Leda recibir el alma del dios: a través de su pico.



Cornelia Pitschi

Ésta, nuestra Leda, no está entre nubes, sino en un cómodo sillón rojo (como la pasión, como lo erótico, como el sexo, como la vida) esperando al Cisne, no en la misma posición de Adán (quien se nos antoja casi un autómata) sino consciente de su entrega: está viva y aguarda, intuye lo que va a recibir. Ellos no están en el cielo, están en la tierra de lo onírico, quizás en un lago en la tierra de los sueños, tierra ciertamente celestial, en la que podemos observar la comunión total, la conjunción con una divinidad cuyo pico simboliza la copulación divina.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Vibrando con el Dios


Imagino a una Leda solitaria, que camina por un boulevard de vida y alegría, fantasía y sexo, de esos que abundan por allí. La imagino solitaria y pensativa, recordando su encuentro pasado, ya legendario, ya mítico. L
o recuerda y también recuerda que ningún otro hombre o dios la ha tocado desde ese momento. Solitaria, buscando, siempre buscando, ha encontrado -ha sabido encontrar- en pálidas y solitarias noches, su cuerpo. Ese lugar perdido en una marisma, ese lugar que viaja con ella, ese río que no se le borra nunca, porque va en sus venas, sangre no es lo que lleva, es el río, el olor de la hierba, el sol inmenso, la vibración del Dios. Leda se repite en su recuerdo para no olvidarlo nunca.

Y no olvida, cada encuentro con ella es un roce leve de esa primera y única unión… y mientras camina y observa vidrieras, su atención se desvía, se centra, olvida todo lo demás: ¿acaso la dulce Leda ve al Dios? ¿acaso una señal divina? ¿un mensaje para que ella sepa que él nunca la ha olvidado? En la vidriera de un sex shop (con todas las implicaciones burdas de la referencia), Leda ve lo que sería una forma de tener a
l cisne como siempre lo ha querido: entre sus piernas. Los caminos del Dios son inescrutables…





sábado, 12 de septiembre de 2009

Una corta historia con el recuerdo de Leda


LA DAMA Y EL PATO

de Francisco Pleguezuelo

La dama, una mujer alta, con el aspecto de tener unos cincuenta o quizás sesenta años, pero con una imagen sabludable y juvenil, con el cabellor rubio casi blanco, vestida con falda y blusa amplias que ocultan sus formas, calzada con sandalias que dejan ver sus pies desnudos de uñas pintadas y una mochila de colegial de colores alegres colgada de sus espaldas, recoge del césped cortezas caídas de los árboles y las guarda en una bolsa de malla. ¿Para qué? ¿Para usar sus propiedades medicinales? me pregunto ¿Qué extraños cocimientos e infusiones hará en su país con estas cortezas de cedro del Himalaya y de ciprés de los Pantanos recogidas en los jardines de los Reales Alcázares de Sevilla? ¿Tendrá un laboratorio en el sótano de su casa con ollas de barro ennegrecido por el guego donde cocer las plantas, alambiques para su destilación, matraces, probetas y redomas, tarros de tapón de cristal con viejas etiquetas de nombres latinos?

No tiene el aspecto, sin embargo, de ser profesa de las ciencias ocultas, practicas sortilegios con pócimas mágicas, usar ungüentos ni de ejercer la brujería. Sus manos largas, finas y blancas más bien sugieren oficios más inocentes y bellos, como el cultivo de rosas y tulipanes, la confección de encajes y bordados o la pintura a la acuarela de paisajes campestres y de marinas. Se ha sentado en el extremo opuesto del banco semicircular de la Fuente del Gallo, en el que llaman Jardín Inglés de los Reales Alcázares. Las ramas y hojas de Ciprés de los Pantanos cuelgan entre nosotros como un fino y verde cendal.

Yo estoy leyendo un libro de Joseph Conrad, "El espejo del mar" y de vez en cuando tomo algunas notas en mi cuadreno. Son palabras y expresiones marineras que me llaman la atención. La dama me mira y se sonríe; parece querer entablar conversación conmigo. Dice algunas palabras en un idioma que me parece alemán, señalando la bolsa de la cortezas de árbol que reposa a su lado. De haber sabido esa lengua podría haberme enterado de la finalidad y destino reales de dichas cortezas, pero, en el fondo, prefiero dejar la solución del enigma a mi imaginación y fantasía.

Un pato de bello y lustroso plumaje -¿ánade real? ¿mandarín?- venido sin duda del cercano estanque del Jardín de los Poetas, se acerca a nosotros con su cómico andar bamboleante. Se detiene un momento frente a mí, me contempla con descarada curiosidad y continúa su camino hasta acercarse a la dama extranjera. Al parecer, sabe distinguir a una turista, una "guiri", casi siempre amigas de la naturaleza y de los animales, de un indígena probable cazador furtivo y, por supuesto, ajeno a sensiblerías ecológicas. La mochila de la señora rubia le ha llamado la atención. Seguro que trae en ella alguna fruta fresca, pan y una botella de agua, debe pensar, como yo, la bella anátida. No nos equivocamos.


Leda y el Cisne de Miguel Ángel

La extranjera le anima a acercarse, hablándole dulcemente; saca de la mochila un bollo de pan y comienza a desmigajarlo para darle los trozos al pato que los devora ávidamente. Luego se acerca más aún a la generosa amiga y le picotea levemente las uñas pintadas de los pies. Ella ríe complacida por lo que debe estimar como una caricia. A mí me viene de pronto a la mente el recuerdo de esculturas y pinturas representando el mito de Leda y el Cisne, con el apasionado encuentro amoroso del elegante animal alado con la hermosa muchacha desnuda: Vasari, Ammannti, Moreau, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Correggio, como he podido comprobar después en mi biblioteca, dejan memoria en las salas silenciosas de los museos de Florencia, Roma, Estocolmo y Madrid de la ardiente escena mitológica. Claro que en esta ocasión, la mujer extranjera que dialoga con el pato, cubierta por unas prendas sencillas y vulgares, no provoca el recuerdo de la suave piel desnuda de la joven Leda. Aunque también, hay que reconocerlo, el ave, a pesar de su bello plumaje, tampoco sugiere la imagen romántica y evocadora de música y bailarinas de ballet, del blanco y fogoso cisne enamorado del mito clásico.


Leda y el Cisne de Ammannati

La señora termina de dar de comer al hambriento animal, se levanta y se dirige hacia mí. Me pregunta, en inglés esta vez, si estoy escribiendo poesía. Le contesto que no, que sólo tomo datos del libro que estoy leyendo para escribir un relato de ambiente marinero. En realidad, mis últimas anotaciones en el cuaderno, se refieren a la escena que estoy presenciando y tienen el título de "Leda en el Jardín de los Poetas" y entre paréntesis, más abajo, el subtítulo, "La dama y el pato".

(Nota: hermoso artículo, pletórico de sueños, recuerdos, ensoñanciones e impresiones, aparecido en el diario Tribuna, el lunes 03 de septiembre de 2007).

Caminando con Leda y su cisne


Acá hemos encontrado una curiosa doble inspiración. La moda, que da para todo, es un lienzo perfecto para reflejar tanto el mito como el ya legendario y desaparecido cuadro en el que Gustav Klimt recrea el encuentro. Los zapatos, en varias presentaciones, son un homenaje tanto a Leda como a Klimt. Resalta de esta original propuesta que el cisne no sólo se desliza por Leda si no que aparece en distintas posiciones, pero se mantiene el modelo original de la Leda de Klimt.


Del cuadro, ya tratado aquí, se muestra una Leda en una posición muy original, tumbada en la cama boca abajo con las piernas recogidas, mientras un cisne negro, o un Zeus moreno, se desliza por sus caderas mientras ella duerme. De los bolsos y carteras, para completar este original combinación, hablaremos en próximas entradas... Nosotras como fanáticas de Leda no dudaríamos en usar estas cómodas zapatillas.



Pero la moda no sólo va dirigida al público femenino, encontramos un cómodo modelito unisex, también con la doble inspiración. El calzado se llama estudio sobre el rostro de Leda (tal cual como el cuadro de Da Vinci) y obviamente es un homenaje a nuestra reina. Como que Leda nos guie en el camino


Con Leda hasta en el cuello....


La moda es subjetiva y fundamentándonos en esa subjetividad y en el amor incondicional y el fanatismo que sentimos por nuestra amada reina y su celestial amante, decidimos poner un poco de esa moda, esa pasión, que ella inspira. Estas curiosas camisas y corbata van dirigidas al público masculino, que también manifiesta su eterno amor hacia la reina.

Compartimos totalmente el slogan de estas camisas: amamos a Leda, a la dulce Leda






Navegando y curioseando hemos encontrado otra manifestación de amor a Leda. Me imagino una surrealista imagen del Cisne llevando una corbata como esta, por amor a Leda.


viernes, 11 de septiembre de 2009

Un cisne: los recuerdos del Dios de F. Navarro y Ledesma


Un poema de nostalgias, por lo que se fue, por lo que ya no volverá, por los recuerdos que son alimento para el espíritu, pero también a veces resultan una tortura, pues no siempre recordar es vivir.

EL CISNE

de F. Navarro y Ledesma


Por las verdosas aguas del estanque,
tranquilo, noble, grave, reposado
cual blanca embarcación, el viejo cisne
va su regio fastidio paseando,
sin ver que de la orilla
le llaman los muchachos,
que tal vez le confunden
con la villana turba de los patos,
la cual nunca se niega
de la gente infantil á los halagos.

De sus recuerdos vive
sólo en la alberca en cisne centenario,
no del pan que le arroja la limosna,
sin conocer quién es, el vúlgo gárrulo.
Vive de sus memorias, que le impulsan
á erguirse con orgullo aristocrático
y a seguir lentamente
su majestad callada paseando.

Recuerda un feliz siglo,
creación soberbia de los vates clásicos,
en que, fingido cisne, padre Zeus,
de la graciosa Leda enamorado
mezclaba, con pasión devoradora,
lo divino y lo humano,
sometiendo hombres, dioses, bestias, plantas,
de amor fecundo al poderío mágico.

Recuerda que, después de muchos siglos,
cierto día avanzaba remolcando,
veloz como las flechas,
en un ligero esquife, por el lago,
á Lohengrin, el bravo caballero
del castillo feudal de Monsalvato,
con su armadura de brillante plata
que relucía al sol... noble y gallardo,
más que en la luz mortal, de la fe pura
en el divino resplandor bañado.

Por las verdosas aguas del estanque
sigue sin rumbo el cisne solitario,
que echa de menos sus brillantes días,
y al verse confundido con los patos
en este pavoroso desconcierto
que todo lo domina, resignado,
tiende el cuello flexible y ondulante,
pronto á exhalar su moribundo canto.


Francisco Navarro y Ledesma
nació en Toledo el 4 de septiembre de 1869, y falleció, repentinamente, de un ataque al corazón, en Madrid, el 21 de septiembre de 1905. A Navarro y Ledesma escribió una de las mejores biografías tituada El ingenioso hidalgo Miguel de Cervantes Saavedra (1905) y cuyos primeros capítulos vieron la luz en los Los Lunes de El Imparcial. Dirigió el Archivo de Alcalá de Henares y el museo arqueológico de Toledo. Ganó, por oposición, cátedras de institutos, cuando estos centros contaban entre su profesorado con destacadas personalidades de la enseñanza. Obtuvo su plaza en el madrileño instituto de San Isidro y publicó varios libros de texto Lecciones de Literatura, Lecturas literarias, entre otros Excelente escritor, colaboró mucho en periódicos y revistas y, una vez instalado en Madrid,conoció la vida literaria y asistió a celebraciones y múltiples conferencias. Se le recuerda en la tertulia que se organizabaen el Nuevo Café de Levante, en la calle del Arenal, a la que acudían José Zahonero, Emilio Ferrari, Julio Puyol y Ángel Ganivet. Fue muy amigo de este último, con el que coincidió en los estudios de doctorado en la Universidad denominada entonces Central y con quien sostuvo una extensa e interesantísima correspondencia, de hecho Ganivet le envió -dos días antes de suicidarse- un escrito suyo. El escrito comienza así: «Por si esta declaración fuese necesaria, hago aquí el resumen de mis ideas y de mis deberes». Cuando en el mes de noviembre de 1903 se celebra en el Ateneo de Madrid un acto de recuerdo y homenaje a Ganivet, intervienen en él Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, José Martínez Ruiz (aún no firmaba Azorín) y Francisco Navarro Ledesma.

Las Ledas de Olga Dorado


Esta artista costarricense tocada de femeneidad, logra transmitir toda la fuerza icónica presente en el mito. Su juego de claroscuros, de figuras diluidas, de Ledas sensualmente desnudas o envueltas en pudorosos tules, nos llevan por otros caminos, misteriosos y profundamente femeninos, en esta larga búsqueda sobre la mítica unión.


Dorado juega con la imagen del cisne, lo mimetiza en Leda; el Dios desaparece pero está, su cuerpo y el de Leda se funden a un punto tal que forman parte de un mismo cuerpo, a veces el Cisne es el tul que cubre el cuerpo de Leda, a veces es un pretexto necesario entre las curvas de la reina, a veces son las alas del cisne los brazos de Leda... Una pintura oscura y clara, como el canto de la mujer latinoamericana, de mestizos colores y sensuales formas. Observemos con detalle la serie Leda y el Cisne de Olga Dorado

Otra artista con Leditis...












Más de la artista: aquí

miércoles, 2 de septiembre de 2009

En el parque con Leda


En un rincón del Parque


de Francisco A. de Icaza

Un grupo del cisne y Leda,

tras la marmórea explanada
del jardín. Una vereda
y un rincón envuelto en bruma
irisada,
donde el agua alegre rueda,
en artificio de espuma
y con crujido de seda
desatada...

La vista confusa queda
y no sabe, deslumbrada,
en la penumbra argentada
donde todo se difuma,
si el blanco cisne es de pluma,
si es de mármol la cascada,
o va a pasar arrastrada
deshecha en espuma
Leda

Edmon Labrador


Francisco A de Icaza. (México 1863; Madrid 1925). Reconocido quijotista y diplomático mexicano, su vida estuvo asociada a Europa desde su juventud. Amigo de don Vicente Riva Palacio, quien, al ser nombrado ministro de México en España, lo llevó consigo como secretario. También fue diplomático en Alemania. Fue conocido primero como poeta y su obra aparece en todas las antologías de la poesía mexicana. Estéticamente lo sitúan entre los primeros modernistas mexicanos. Su obra poética comprende los siguientes libros: Efímeras (1892), Lejanía (1988), la canción del camino (1905) y el Cancionero de la vida honda y de la emoción fugitiva (1922); pero su verdadera vena se reveló al publicar ensayos sobre el siglo de oro español. Recibió numerosos honores académicos tanto en México (donde fue elegido miembro de la Academia Mexicana) como en España (donde ocupó sillones en la Academia Española de Historia y en la de Bellas Artes). En México fue uno de los impulsores y fundadores de la Academia Mexicana de la Historia. En el Boletín de la Real Academia Española publicó numerosos artículos y ensayos entre los que resaltan Las «Novelas ejemplares» de Cervantes (1901) y El Quijote durante tres siglos y el ensayo Lope de Vega. Sus amores y sus odios y otros estudios (1925), fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura.