lunes, 28 de septiembre de 2009

La creación de Leda de Cornelia Pitschi


Sobre la Creación se ha escrito mucho, se ha dicho otro tanto y se ha pintado, reelaborado, releído y redescubierto por artistas y caricaturistas una y otra vez. Así, la Creación de Adán genialmente pintada por Miguel Ángel para la Capilla Sixtina, como una representación del Génesis, forma ya parte de la humanidad, de su patrimonio, de su cultura. Y como nuestro mito también lo es, no es de extrañarnos que encontremos al dios (no al bíblico, al nuestro), dándole vida a Leda, de la única manera que puede Leda recibir el alma del dios: a través de su pico.



Cornelia Pitschi

Ésta, nuestra Leda, no está entre nubes, sino en un cómodo sillón rojo (como la pasión, como lo erótico, como el sexo, como la vida) esperando al Cisne, no en la misma posición de Adán (quien se nos antoja casi un autómata) sino consciente de su entrega: está viva y aguarda, intuye lo que va a recibir. Ellos no están en el cielo, están en la tierra de lo onírico, quizás en un lago en la tierra de los sueños, tierra ciertamente celestial, en la que podemos observar la comunión total, la conjunción con una divinidad cuyo pico simboliza la copulación divina.

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