Buscar a Leda es divertido, reconfortante y lleno de aprendizajes... nuestra Leda se encuentra en cuadros inesperados, en flores sorprendentes, en caramelos de los que nos da curiosidad su sabor, en bolsas de condimentos, en viñas y vinos y en la literatura... Nuestra Leda y su cisne aparecen en cada rincón de nuestro imaginario colectivo, de nuestros usos cotidianos, en las grandes obras. Es un mito, por extraño que parezca, que está más arraigado en nosotros de lo que imaginamos, incluso de lo que conocemos...
Y como esta búsqueda nos ha llevado por caminos inesperados, espinosos (hasta una rosa Leda tenemos), e insólitos, hoy la encontramos como una falsa referencia... como una Leda que es, pero que no debería ser, una referencial maternal, que nos hace pensar en Leda como la madre de casi todos los dioses...
Y como esta búsqueda nos ha llevado por caminos inesperados, espinosos (hasta una rosa Leda tenemos), e insólitos, hoy la encontramos como una falsa referencia... como una Leda que es, pero que no debería ser, una referencial maternal, que nos hace pensar en Leda como la madre de casi todos los dioses...
Adam Miller
Un poco de la historia
Antonio Alatorre, del Colegio de México, hace un exhaustivo análisis en el magnífico artículo Hacia una edición Crítica de Sor Juana de la edición que, para celebrar los trescientos años del nacimiento de la grandiosa poestisa mexicana Sor Juana Inés, hace Alfonso Méndez Plancarte. Analiza, critica y estudia todos los cambios innecesarios hechos por Méndez Plancarte en aspectos tanto semánticos como sintácticos. Mas también Méndez Plancarte deja sin solucionar, aún más sin comentar, uno que otro, entre ellos, el de nuestra Leda (¿de referencia falsa, errónea, producto de los duendes de las imprentas?)
Y entre tanta crítica y cambio, Antonio Latorre, justifica lo que para algunos es una errata de Sor Juana y para otros una errata de imprenta. En el poema (romance aparecido en Inundación Castálida) Con ocasión de celebrar el primer año que cumplió el hijo del señor Virrey, le pide a su excelencia Indulto para un reo:
Que se goce vuestra Madre
de ser, en vuestros progresos,
la Leda de tal Apolo,
del tal Cupido la Venus.
Como todos sabemos, la madre de Apolo fue Latona (historia ya contada en nuestro blog), y nuestra maternal Leda ya sabemos a quién parió. Como anécdota, Latorre nos señala:
"Dirigiéndose a José, el hijito de los virreyes, sor Juana se refiere a la madre llamándola "la Leda de tal Apolo", craso error, muy probablemente de imprenta [...]; por necesidad métrica, sor Juana podrá haber empleado eruditamente el nombre griego de la diosa, Leto, y la confusión de Leto con Leda no es muy de extrañar". Solucionado el misterio...
Sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel Nepantla, 12 de noviembre de 1651 -o 1648 – Ciudad de México, 17 de abril de 1695) nació en un pueblo del valle de México, San Miguel Nepantla, (actualmente dentro del municipio de Tepetlixpa, México). Hija ilegítima de la criolla Isabel Ramírez de Santillana y del español Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca, militar de Vergara (provincia vasca de Guipúzcoa). Aprendió náhuatl con sus vecinos. Descubrió la biblioteca de su abuelo y así se aficionó a los libros. Aprendió a leer en español y latín de forma autodidacta (este último, en veinte lecciones, escuchando a escondidas las clases). Aprendió todo cuanto era conocido en su época, es decir, leyó a los clásicos griegos y romanos, y la teología del momento.De joven estuvo en la corte virreinal mexicana, y de este tiempo hay muy pocos datos biográficos, aunque se sabe que fue dama de la virreina, la marquesa de Mancera. Quiso ir a la Universidad y en algún momento le pasó por la cabeza vestirse de hombre, pero al fin decidió meterse a monja. Después de un intento fallido con las Carmelitas, cuya regla era de una rigidez extrema que la llevó a un período de convalecencia, ingresó en la orden de las Jerónimas, donde la disciplina era algo más relajada, y tenía una celda de dos pisos y sirvienta. Allí pasó la vida, escribiendo versos sacros y profanos, villancicos cada Navidad, autos sacramentales y dos comedias. También sirvió como administradora del convento, con buen tino, y realizó experimentos científicos. Sor Juana erudita, ciéntifica, contestataria, rebelde, administradora, poetisa, dramaturga... y hasta se dice que fue amante de la virreina... toda una mujer de nuestro tiempo (este cuadro es una de las imágenes más conocidas de sor Juana, actualmente está en exposición permanente en la fortaleza de Chapultepec, el palacio del emperador Maxiliano).
Sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel Nepantla, 12 de noviembre de 1651 -o 1648 – Ciudad de México, 17 de abril de 1695) nació en un pueblo del valle de México, San Miguel Nepantla, (actualmente dentro del municipio de Tepetlixpa, México). Hija ilegítima de la criolla Isabel Ramírez de Santillana y del español Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca, militar de Vergara (provincia vasca de Guipúzcoa). Aprendió náhuatl con sus vecinos. Descubrió la biblioteca de su abuelo y así se aficionó a los libros. Aprendió a leer en español y latín de forma autodidacta (este último, en veinte lecciones, escuchando a escondidas las clases). Aprendió todo cuanto era conocido en su época, es decir, leyó a los clásicos griegos y romanos, y la teología del momento.De joven estuvo en la corte virreinal mexicana, y de este tiempo hay muy pocos datos biográficos, aunque se sabe que fue dama de la virreina, la marquesa de Mancera. Quiso ir a la Universidad y en algún momento le pasó por la cabeza vestirse de hombre, pero al fin decidió meterse a monja. Después de un intento fallido con las Carmelitas, cuya regla era de una rigidez extrema que la llevó a un período de convalecencia, ingresó en la orden de las Jerónimas, donde la disciplina era algo más relajada, y tenía una celda de dos pisos y sirvienta. Allí pasó la vida, escribiendo versos sacros y profanos, villancicos cada Navidad, autos sacramentales y dos comedias. También sirvió como administradora del convento, con buen tino, y realizó experimentos científicos. Sor Juana erudita, ciéntifica, contestataria, rebelde, administradora, poetisa, dramaturga... y hasta se dice que fue amante de la virreina... toda una mujer de nuestro tiempo (este cuadro es una de las imágenes más conocidas de sor Juana, actualmente está en exposición permanente en la fortaleza de Chapultepec, el palacio del emperador Maxiliano).
Orgullosamente Mexicana, ojala conociera más de ella...
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