viernes, 28 de noviembre de 2008

Leda y el placer: Fred Einuadi

.

Fred Einaudi nos deja un cuadro mágico, atípico, con una reinterpretación fuertemente erótica del mito. Un atardecer apocalíptico, un barco abandonado, unas montañas desiertas, un amanecer sensual que se torna atardecer, un pintor voyerista que está pero no está (¿será Einaudi u otro afortunado?)… observa y seguro pinta, sin observar esa escena pintada. Un mar tranquilo nos plantea un escenario nada clásico, ni convencional para que nuestro Zeus posea a Leda: una visión contemporánea y muy erótica del mito. Ésta es una Leda que se deja poseer muy consciente de su placer, de su cuerpo, de su sensualidad y de su sexualidad.


El rostro de Leda refleja el placer máximo, el placer que sólo puede dar un Dios. De la boca de Leda escuchamos sus gemidos, el reflejo de un orgasmo descontrolado, que sólo puede pedir más y más placer.
De sus ojos cerrados intuimos que se encuentra en el Olimpo del orgasmo…
Sus pechos colgantes, campaneantes, nos evocan el llamado a una misa donde el placer celestial lo es todo, con un dios a sus espaldas como animal dador de deseo.
La posición corporal de Leda nos remite a una consen-sualidad animal con el Dios metamorfoseado, se da y se recibe placer, nada es racional, todo es animal.
La entrada al cuerpo de Leda se nos queda en la imaginación… Supongamos que en este cuadro nada es convencional…


Casi podemos ver que el cisne-dios es un pretexto, aquí todo lo es Leda, el placer recibido. Las alas abiertas del Dios nos remiten al movimiento, a la elevación del placer. Sólo resta un consejo: volemos con el Dios.
(Deseo)

1 comentario: