domingo, 8 de febrero de 2009

De los hijos del Cisne y sus Olímpicas amantes (I)

.
Hemos tocado algunos de los romances más famosos de Zeus como el caso del rapto de Europa o la lluvia dorada que cubrió a Dánae, sólo por citar ejemplos de las múltiples transformaciones y metamorfosis del Olímpico. Sin embargo, hay otras historias, muchas, todas relacionadas con los amores secretos y ocultos del Cisne.

Pero como los amores de Zeus fueron múltiples y con variadas relaciones y consecuencias, sobre todo por la descendencia, hoy les dejo la primera de una serie: De los hijos del Cisne y sus Olímpicas amantes (algunas implican metamorfosis, varias, tanto de Zeus, como de Hera, como de los celestinos o de la "víctima del Cisne", y de consecuencias y relaciones insospechadas con el mito de Leda y sus descendientes).

De los descendientes más famosos -todavía tengo en deuda una entrada sobre Palas Athenea- se encuentra Hermes (Mercurio, para los romanos) ...
.
Hablemos de sus padres
.
Maia (Maya o en griego Μαία), diosa de las praderas y de las montañas (relacionada según los romanos con la agricultura también) fue uno de las grandes amores y quizás la predilecta de nuestro Cisne. Era la mayor de las siete Pléyades, hijas de Atlas y Pléyone.

Maia, Hermes y Zeus

Maya era la más tímida de las siete, quizás esto hizo que nuestro Cisne se enamorara perdidamente de ella. Se cuenta que Zeus al verla quedó completamente hechizado y se fue a buscarla en el Monte Cilene y en el que pasó largas temporadas de Paz y Armonía, que culminaron con el nacimiento de Hermes. Maya dio a luz cuando recién despertaba la Aurora (de rosáceos dedos), en una gruta del monte Cilene, en Acadia; envolvió al pequeño Hermes en pañales e interpuso en la entrada una horquilla con el fin de que nadie lo perturbara mientras ella salía. Apenas Maia se alejó, Hermes se convirtió en un adolescente y se escapó, tarambana como el padre, en búsqueda de aventuras.

Sobre Hermes

Hermes es el dios de la elocuencia, de los ladrones, de los comerciantes, de los viajeros, también es el encargado de transportar las almas al Avernos. Es el mensajero de los dioses (nuntius deorum est), pero principalmente de Zeus, su padre, a quien secundó en cada jugada, trampa o negociación para convencer a un tercero. Se le vio involucrado en la búsqueda de esposo para Thetis (la madre de Aquiles) y en la elección de la Diosa más hermosa (en la que Venus le ofrece a Helena -la hija de Leda-) al juez seleccionado: Paris.


El juicio de Paris. Peter Paul Rubens

Hermes se escapa recién nacido (pero ya adolescente) de la cueva en la que lo había dejado su madre. En el camino al Olimpo tropezó con Cupido, al cual le robó las flechas y el carcaj. Esto resultó gracioso para los dioses, quienes al tiempo que celebraban la travesura de Hermes, no se percataron de que el pequeño bribón también había tomado la espada de Ares, el tridente de Poseidón, el ceñidor de Afrodita y el cetro del mismísimo Olímpico Cisne.

Hermes. Peter Paul Rubens


Por el desastre ocasionado, los dioses decidieron expulsarlo de la morada celestial y lo enviaron a la tierra. De esta manera el jovencísimo Dios llegó hasta las praderas de Pieria, donde Apolo tenía un enorme rebaño de vacas. Cayó la noche y Hermes sintió hambre y robó las reses del Sol. Al amanecer, Apolo notó la ausencia en su rebaño y comenzó una búsqueda que resultó inútil, pues nadie le informaba sobre el paradero del ganado.


La única informacióon que recibió fue de unos sátiros que por allí andaban quienes le contaron haber visto a Hermes tocando un instrumento nunca antes visto y haciendo una música jamás escuchada. Esto llamó la atención de Apolo y fue en su búsqueda. Al observar el instrumento, Apolo se dio cuenta de que Hermes era el ladrón, pues había construido el instrumento sonoro con un concha de tortuga y las tripas de las vacas que se había comido. El Dios Sol denunció el caso ante el Olímpico Cisne, Maia intervino y negó todo, pero la evidencia era contundente. Zeus obligó a su hijo a devolver las vacas faltantes, pero aún faltaban las dos que se había comido Hermes, y para compensar la pérdida el tarambana adolescente le regaló a Apolo lo que había creado: la primera lira. El dios de la música (Apolo) se sintió tan satisfecho con el obsequio que le otorgó a Hermes una vara de avellano que poseía la virtud de conciliar cualquier elemento en conflicto. Deseoso de utilizarla la interpuso entre dos serpientes en lucha que se enrollaron rápidamente en ella y a las cuales ordenó permanecer siempre unidas. De esta manera se formó el caduceo, emblema del poder de Hermes.



En su estadía con los mortales -que el cisne no tan rápido se dejó convencer para aceptarlo en el Olimpo- ejerció el oficio de pastro y recorrió las grandes ciudades mostrando su habilidad con las palabras, hecho que lo convirtió en el Dios de la elocuencia, de las letras y de los viajeros. También se dedicó al comercio y perfeccionó el sistema de intercambio a través de la invención de la moneda y de las medidas, mérito que le confirieron el título de protector de los mercaderes. A pesar de estar haciendo una excelente labor para mejorar la vida de los mortales y de los destrozos causados en el Olimpo, los dioses extrañaban al inquieto de Hermes, además que comprendían lo útil que sería tenerlo entre ellos. Por su carácter versátil y enérgico, el hijo de Zeus fue nombrado mensajero oficial de los dioses. Con el fin de hacerlo más veloz le regalaron unas sandalias de oro aladas y un sombrero (petaso) igualmente alado con los que podría viajar lo suficientemente rápido hacia cualquier lugar incluyendo el reino de Hades.

Hermes fue, tal vez, el hijo favorito de Zeus y el menos querido por Hera (incluso menos que Heracles), pues ella sabía que el más tramposo de los dioses haría cualquier cosa para encubrir las escapadas amorosas del cisne.

Una historia, varias metamorfosis: una amante vaca y un pavo real

En una ocasión Hera descubrió el romance que Zeus sostenía con Ío, la hija del dios río Inaco. El Cisne aprovechaba las horas en las que su esposa descansaba, para bajar a la tierra para visitar a su amante escudado en una gran nube oscura. Un día Hera despertó más temprano que de costumbre y fue a observar su reino: la atmósfera. No obstante Hera observaba que las nubes no estaban en sobre el mar tal como tenían que estar. Inmediatamente la astuta Hera bajó a confirmar sus sospechas y Zeus, que se había percatado del peligro de ser descubierto, transformó a Ío en vaca. Como prueba de su inocencia, la celosa Hera pidió que el Dios le obsequiara la res. Zeus no pudo negarse -a nadie se le negaba- y afligido cedió a la petición. Hera encerró a Ío bajo la vigilancia de su sirviente Argos, poseedor de cien ojos que alternaba para no dormirse.

Hermes asesina a Argos. Peter Paul Rubens


En su afán por liberar a su amante, Zeus solicitó ayuda a Hermes quien, tras haberle narrado un sinfín de historias, sumió al celador en un profundo sueño y lo decapitó. La tristeza de Hera fue tal que colocó los ojos de Argos en la cola del pavo, su ave sagrada, nombrado desde entonces: pavo real.


Y una relación más... Pero de carácter astrológica: Mercurio (Hermes) es el principal arquetípico de la comunicación, sea a través de la voz, la lectura, la escritura o los viajes. De igual manera, es el símbolo de la salud y curación.

Hermes simboliza el dominio de la mente sobre el espíritu y la materia y rige dos signos del zodiaco comunes, relacionados con la enseñanza: Géminis y Virgo. Mutable o común significa literalmente “variable”, siendo propensos a tener (casi todo al doble o más): más de una ocupación, hijos, matrimonios, oficios, intereses, etc.

Ya sabemos un poco más sobre su relación con los Gémelos Pólux y Cástor aunque sea a nivel astrológico. Se sabe que Mercurio (Hermes) cuando rige a los nacidos bajo el signo de Géminis éstos son rápidos, ingeniosos, graciosos y conversadores. Para los geminianos la palabra es importante (el cómo se dijo y qué palabras se usaron) y no podía ser de otra manera, Hermes es el Dios de la elocuencia...


(Gracias Rosario)

6 comentarios:

  1. Hermano, tú que tienes la luz, dime la mía.
    Soy como un ciego. Voy sin rumbo y ando a tientas.
    Voy bajo tempestades y tormentas
    ciego de ensueño y loco de armonía.

    Ese es mi mal. Soñar. La poesía
    es la camisa férrea de mil puntas crüentas
    que llevo sobre el alma. Las espinas sangrientas
    dejan caer las gotas de mi melancolía.

    Y así voy, ciego y loco, por este mundo amargo;
    a veces me parece que el camino es muy largo,
    ya veces que es muy corto...

    Y en este titubeo de aliento y agonía,
    cargo lleno de penas lo que apenas soporto.
    ¿No oyes caer las gotas de mi melancolía?

    Rubén Darío

    ResponderEliminar
  2. Muchas felicidades Sra. por este blog. me gusta mucho, me entusiasma todo sobre dioses y mitos y este es mi favorito, desde luego es un gran trabajo que me ha recomendado una amiga que tenemos en comun. Gracias a ella y a Vd.

    Desde Santo Domingo el corazon del Caribe.

    ResponderEliminar
  3. Estan regresando, me encanta, aunque muy melancolica jueves, falta la otra y ya pronto volveran esas maravillosas historias que componen las tres, gracias Mariana, y anonimo tambien se esta escapando un poco. Los cisnes aunque son cisnes nunca dejan de parecerse a los hombres, no pueden quedarse con una sola leda.

    ResponderEliminar
  4. Hay cisnes que tiene hasta tres Ledas bueno y hasta seis... que vuelvan las grandes si se echaban de menos, demasiado silencio y frio.

    Jueves quedate, hablanos, respira te estamos escuchando.

    Mariana nos quedamos contigo, tenemos razones para ello.

    ResponderEliminar
  5. Pues si estamos todos, estamos todos de vuelta.

    O vaca o pavo real... que gustos, me quedo con cisnes y con ella.

    Mariana saludos, Jueves nos invitas a seguir... pues seguiremos.

    ResponderEliminar
  6. Jamás había encontrado un sitio con información tan completa acerca de Hermes. Felicidades por tu compromiso con el mito.

    ResponderEliminar