Hermann Postumus, 1542
Una nueva metamorfosis y la licantropía
Para protegerla de la furia de sus temperamental esposa, nuestro Cisne transforma a Leto en loba. Bajo esta apariencia y aún perseguida por Hera quien le había prohibido a todos los dioses que la ayudaran, caminó durante doce días hasta llegar, con la ayuda de Neptuno, a la isla Ortigia, que estaba desierta y era su hermana. Hera intenta impedir el parto prohibiendo a su hija Ilitía, diosa de los partos, que la atienda, y cuando Leto ya tiene un retraso de 9 días los dioses conmovidos por sus dolores, hacen que nazca primero Artemisa (Luna), bajo un resplandor plateado. Rápidamente se volvió adulta y asistió a su madre, doce horas después en el parto del Apolo (Sol). La isla Ortigia queda fijada al fondo con 4 columnas y cambia su nombre por el de Delos, que significa brillante, en relación con Apolo, dios de la luz.
Leto da a luz a Artemisa y a Apolo en la isla de Delos (c.A. 1580)
Apenas nació Apolo, la isla de Delos se volvió dorada, los pájaros celebraron con sus cantos y la luz brilló todo el día. Satisfecho por sus nuevos hijos, Zeus les obsequió un carro con sus respectivos caballos y poderosos arcos y flechas, además de darles como misión recorrer todo su reino en turnos iguales. Hera no se mantuvo tranquila mientras los niños nacían y consiguió que Gea creara a la serpiente Pitón para que devorara a los hijos de Leto y el Cisne. Apolo creció rápidamente y se convirtió en uno de los dioses más hermosos jamás nacido. También rápidamente se instruyó en el las artes del combate, de la curación, de la música, la poesía y la adivinación. Su primera victoria fue contra la serpiente Pitón, que devastaba la campiña de Tesalia, centro espiritual de Grecia en la que se hallaba el templo que guardaba el gran oráculo. Después de este combate, Apolo fue nombrado como su principal guardián y poseedor del poder de saberlo todo y verlo todo (de allí que a las personas que conocen el futuro, a través de algunas de las mancias se les llamen pitonisas).
Apolo y la serpiente Pitón
P. P. Rubens
Letona
Johann Blaschke, 1786
Apolo (Febo) y Artemisa (Diana)
Giovanni Battista Tiepolo, 1757
Apolo, la apología de las metamorfosis: el heliotropo y el laurel
La belleza del dios Sol logró despertar fervientes pasiones tanto en diosas como en mortales casi todas con metamorfosis de por medio. Clitia, una joven doncella mortal fue una de sus más fieles enamoradas. Cada día se levantaba muy temprano -según una de los mitos- para vigilar el recorrido de Apolo hasta que él retornaba de sus labores. Ella había perdido el apetito y sólo se alimentaba de suspiros e ilusiones para Apolo, sus sueños de amor no eran correspondidos por el Dios Sol, por lo que poco a poco se fue consumiendo en una enorme pena de amor. Con el fin de evitarle la muerte, los dioses decidieron convertirla en girasol (heliotropo), pero aun así continua siguiendo a su amor eterno el Sol.
Clytie
Lord Leighton Fredric
L. Hawkins
En otra ocasión, el rechazado sería nuestro dios Sol. Dafne era una ninfa hija del dios Peneo, que custodiaba los bosques y que había hecho votos de castidad en honor a su diosa Artemisa (Diana). Cierto día en que Apolo recorría el reino de su hermana, divisó a Dafne e inmediantamente quedó prendado de su belleza. Con el fin de seducirla, le dirigió algunas palabras, sin embargo la ninfa huyó dejando desconcertado al Dios que no tardó en perseguirla e insistirle en que no le haría daño pues sólo deseaba amarla. Pero Dafne no estaba segura de poder cumplir con sus votos, así que adelnató cuando pudo su carrera. A punto estaba de ser alcanzada por Apolo cuando imploró ayuda a los dioses quienes actuaron de inmediato. Los pies de la ninfa se hundieron en la tierra, su torso y sus extremidades se transformaron en corteza y de su larga cabellera brotó un frondoso follaje. Dafne se había convertido en el árbol de laurel. A partir de este episodio, el Dios Sol llevó sobre su cabeza una corono tejida con sus ramas y consagró al árbol como símbolo de la victoria.
Apolo y Dafne
John William Waterhouse, 1908
Artemisa (Diana), diosa de la luna, la virgen cazadora
Pierre Auguste Renoir
Artemisa (Diana) es grave, severa, cruel e incluso vengativa, tal como Hera. Prevalece sin piedad contra todos los que ganan su resentimiento: no vacila en destruir sus cosechas, devastar sus manadas, sembrar epidemias a su alrededor, humillarles e incluso matar a sus hijos. A instancias de Leto se unió a Apolo para asesinar con su flechas a todos los hijos de la infeliz Níobe, que había presumido de su más numerosa prole. Trata a sus ninfas con el mismo rigor, y si alguna traiciona su voto de virginidad es castigada tal como le ocurre a Calisto (ya tratada en este blog).
Diana
Domenichino
Artemisa y su relación con el sexo masculino
Otro final también trágico, bajo la forma de animal condenado a la muerte, es el que sufre el osado Acteón, cazador que ha sido discípulo del afamado centauro Quirón, en ocasión de una inocente incursión cinegética en solitario en un terreno prohibido. Da la casualidad, que siempre es una forma del destino, que Acteón, a la orilla del agua del río, es testigo del baño de una maravillosa divinidad, que no es otra que Artemisa y la divina furia se apodera de la diosa.
Bernardino Cesari
Diana y Endimión
Jerome-Martin Langlois
.
.
Para los antiguos, el lobo aparece consagrado al dios Sol, cuya imagen aparecía frecuentemente asociada en las monedas, y quien portaba epítetos como Lykeios, el lobo, o Lycogenes, nacido del lobo. El propio Apolo, según un mito, e imitando a su padre en eso de las metamorfosis, había adoptado en una ocasión la form del lobo para unirse con la ninfa Cirene.