Rubén Darío, como ya lo hemos mencionado, es el poeta símbolo, la imagen, la palabra y el hombre que recreó, cantó y nos condenó a adorarlo por su verbo elegante, legendario, por sus ganas de vida, de color, de lujo, por su manera de idealizar a la unión carnal y mítica de Leda con Zeus, porque ¿cómo no adorar a este Cisne enamorado de la palabra? ¿Cómo homenajear a quién tanto nos dio, con su modernismo, con sus cantos de vida y esperanza, con sus prosas profanas que se nos figuran sagradas, con sus génesis de azules, porque el color nació con él?
Hoy escuchamos al cisne, ya no para morir, hoy escuchamos al cisne para vivir en Darío.
El cisne
Fué en una hora divina para el género humano.
El Cisne antes cantaba sólo para morir.
Cuando se oyó el acento del Cisne wagneriano
Fué en medio de una aurora, fué para revivir.
Sobre las tempestades del humano oceano
Se oye el canto del Cisne; no se cesa de oir,
Dominando el martillo del viejo Thor germano
Ó las trompas que cantan la espada de Argantir.
¡Oh Cisne! ¡Oh sacro pájaro! Si antes la blanca Helena
Del huevo azul de Leda brotó de gracia llena,
Siendo de la Hermosura la princesa inmortal,
Bajo tus blancas alas la nueva Poesía
Concibe en una gloria de luz y de harmonía
La Helena eterna y pura que encarna el ideal.
Prosas Profanas (1908)
Gérard Beaulieu
Uno mas..y uno distinto. !Cuanto amor, Mariana, del cisne a Leda y de Leda al cisne!
ResponderEliminarAmor por Darío, amor por la poesía, amor por lo tangible. El amor entre Leda y el Cisne es lo intangible, el sueño, lo imposible. Amores imposibles que escriben en canciones el trazo de una estrella; ya lo dijo el poeta. Yo también miro al cielo y pido un deseo: ojalá Leda pueda ser amada otra vez por su cisne (sin adioses, sin despedidas, sin pérdidas)
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