De Neruda se cuentan muchas cosas, entre esas, que él mismo confiesa, están las relacionadas con sus múltiples e incontables amores, amantes y musas: Teresa Vásquez (Terusa, al parecer la protagonista del poema 20), Albertina Rosa Azócar (Marisol, poema 15), María Poredi (la protagonista del poema 19, de los veinte poemas de amor), Laura Arrué, Teresa León Bettiens (Marisombra), Guillermina Roheren, Lavinia Andrade, Lola Falcón, Aída Figueroa, Victoria Pueyrredón, Olga Margarita Burgos, Sara Vial, Patricia Tejeda, Josie Bliss (su pantera birmana), María Antonieta Hagenaar (con quien se casó y tuvo una hija, Malva Marina); una anónima y fugaz poetisa que le vale para contar una anécdota sobre Lorca y él: "alta, rubia y vaporosa, que dirigió sus ojos verdes más a mí que a Federico", Delia del Carril, Matilde Urrutia (la de los versos del capitán, la reina) y Alicia Urrutia (sobrina quien convierte a Matilde en una verdadera Juno).
Así, la lista de amantes tanto de Zeus como de Neruda son incontables y tomando como referencia una pequeña historia de su infancia, telúrica y sensible, a nosotros nos parece que hay un encuentro entre ambos para conectar emociones y experiencias (como una especie de entrega del testigo de Zeus a Neftalí), no sólo amorosas, también nostálgicas, también tristes, Así lo cuenta Neruda en Confieso que he vivido:
Mis primeros poemas
Me trajeron un cisne medio muerto. Era una de esas maravillosas aves que no he vuelto a ver en el mundo, el cisne cuello negro. Una nave de nieve con el esbelto cuello como matido en una estrecha media de seda negra. El pico anarajado y los ojos rojos.
Esto fue cerca del mar, en Puerto Saavedra, Imperial del Sur. Me lo entregaron casi muerto. Bañé sus heridas y le empujé pedacitos de pan y de pescado a la garganta. Todo lo devolvía. Sin embargo, fue reponiéndose de sus lastimaduras, comenzó a comprender que yo era su amigo. Y yo comencé a comprender que la nostalgia lo mataba. Entonces, cargando el pesado pájaro en mis brazos por las calles, lo llevaba al río, indicaba las piedrecitas del fondo, las arenas por donde se deslizaban los plateados peces del sur. Pero él miraba con ojos tristes la distancia.
Así cada día, por más de veinte, lo llevé al río y lo trajea mi casa. El cisne era casi tan grande como yo. Una tarde estuvo más ensimismado, nadó cerca de mí, pero no se distrajo con las musarañas con que yo quería enseñarle de nuevo a pescar. Se estuvo muy quieto y lo tomé de nuevo en brazos para llevármelo a casa. Entonces, cuando lo tenía a la altura de mi pecho, sentí que se desenrollaba una cinta, algo como un brazo negro me rozaba la cara. Era su largo y ondulante cuello que caía. Así aprendí que los cisnes no cantan cuando mueren".
Quizás no es la historia feliz de amor, pero es la historia de un niño que se encuentra con un dios dispuesto a abandonar este mundo, que le entrega el don para enamorar y que lo sensibliza ante la muerte, el ecocidio...
Autor: Pablo Neruda
Libro de memorias: confieso que he vivido
Editorial: House Mondadori, 2004, p. 38.
El lago Budi se encuentra ubicado entre las comunas de Saavedra y de Teodoro Schmidt, en el borde costero de la Araucanía, al Sur de Chile. En el lago vive el 30% de las especies registradas a nivel nacional en Chile. Como ya lo dice Neruda, existen varias especies en peligro de extinción, entre las más importantes se encuentran: el Cuervo del Pantano, Becacina Pintada y Cisne Coscoroba y el más vulnerable el Cisne de cuello negro, la especie que intentó rescatar el joven Neftalí.