El bastón, desde la antigüedad, ha sido en unos casos símbolo de poder, en otros del oficio que se realizaba o la calidad, rango o clase social del que lo poseía. Los Babilonios, los Egipcios, los Griegos y los Romanos fueron portadores de bastones para distinguirse, en rango y señorío, del resto de los habitantes. Dependiendo de su posición siempre sería una vara de madera pero el puño podía ser de marfil, oro, hueso, bronce o de la misma madera de la vara.
En Roma existían varios tipos de bastones o varas: el augural llevado por los vates, augures o adivinos, el pastoral y la vindicta, vara con la que los amos tocaban a los esclavos para concederles la libertad.
Muchos dioses han usado bastón (skeptrom/ sceptrum) -en este caso mágicos-, tales son los casos de Odín, el caduceo de Hermes con el que cierra y abre los ojos de los mortales, el tridente de Poseidón, la lanza de Palas, etc, etc... Sin embargo, lo que nos ocupa es haber encontrado un hermoso bastón de Leda con su Cisne y pensar que mientras se camina con tan bello puño de bronce se acaricia la pasión pura, el amor y la sexualidad de esta divina pareja...
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