martes, 12 de octubre de 2010

Tan hermosa la contemplo como el gran Jove a su Leda


Contra el pedir de las mujeres


Traducción de la elegía décima de Ovidio, del libro primero de sus
Poemas Amorosos

[Fragmento]
Jacinto de Evia

Rendime, ya la confieso,
de amor a la dulce fuerza
mas que mucho, si Amarilis
le armó de sus bellas flechas.
Tan gallarda la vi un día,
cual Paris pudo a su Elena,
lo rico que de tal presea.
Entregose al mar, y porque
no peligrase su entena,
el Norte buscó seguro
de su hermosura en la Estrella.
Sintió Menelao el robo,
y burlado, toca a guerra;
que si la arrebata el alma,
que a rebato toque, es fuerza.
como el gran Jove a su Leda,
que burló cisne en sus plumas,
aunque del bosque sirena.
Queriendo en vivientes copos
de amor encubrir un Etna,
que si este miente las llamas,
aquel mejor las fomenta.
Admiré, en fin su beldad,
cual pudo amor en las selvas
de Amimone los donaires,
lo brioso de sus huellas.
Cuando coronó sus frente,
y adornó sus rizas hebras
de la urna, en que por agua
amantes lágrimas eran.

Publicado en El Ramillete de varias flores poeticas recogidas y cultivadas en los primeros Abriles de sus años.

Jacinto de Evia. Fue un poeta ecuatoriano nacido en la ciudad de Guayaquil; pasó a vivir y estudiar en Quito, en cuya uni­versidad jesuítica de San Gregorio se doctoró en Artes, y finalmente se hizo religioso secu­lar. Fue uno de los discípulos del jesuita Anto­nio Bastidas, a quien se acercó llevado por su devoción poética. Y precisamente éste apro­vechó los servicios de Evia para la edición mancomunada que hicieron en Madrid, en 1675, de sus producciones en verso. Así apa­reció aquel "Ramillete de varias flores recogi­das y cultivadas en los primeros abriles de sus años por el Maestro Jacinto de Evia, natural de Guayaquil". Escribió varios tipos de composi­ciones, aunque prefirió el romance. Los otros asuntos que movieron la pluma de Evia -amo­rosos, religiosos y aun descriptivos- tuvieron más fortuna dentro del logro estético. Si Bas­tidas hizo un romance al "Arroyo de Chillo, en metáfora de un toro", y Domínguez Camargo otro igual pero en metáfora de un po­tro, Evia romanceó sobre un manantial nacido en el Pichincha acudiendo a juegos metafóri­cos semejantes, en que saltan los aciertos en­tre expresiones forzadas. No es un mal poe­ma. Pero Evia escribió también composicio­nes de apreciable sencillez, en las que la on­da verbal corre ágil y desenvuelta. Se diría que entonces consigue conectar la lógica de la prosa a la inspiración lírica, para que ésta funcione con cierta plenitud y fluidez. Un ejemplo de soltura es el de los versos en que "Dícese la buenaventura a Cristo": una gitana lee en las líneas de la mano del Niño Jesús el martirio de la crucifixión.


Andres Caicedo

2 comentarios:

  1. No es tan fácil pero se dá, hay quién te roba la calma..... lo hay.

    Bello Mariana.

    ResponderEliminar
  2. no es Andres Caicedo, es Adrian Caicedo

    ResponderEliminar