El olímpico cisne de nieve
con el ágata rosa del pico.
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Es el cisne, de estirpe sagrada
De Leda resaltarían la pureza, su color rosado, sus dulces formas, su sensualidad, lo que la hacen digna de que un dios, y no cualquier dios, sino Zeus -el señor absoluto del Olimpo- la tome para encarnar su celestial presencia:
cuyo beso, por campos de seda,
ascendió hasta la cima rosada
de las dulces colinas de Leda.
del botón de los blancos rosales
de los tiernos corderos pascuales
Los personajes del poema Blasón están emparentados con la nobleza, Zeus es encarnación de señores, caballeros y reyes y de una manera u otra representan el mundo wagneriano (musical, trágico, elegante y universal). La mención de Lohengrín (“es su príncipe rubio”), el trágico héroe wagnaeriano, que debe abandonar a su amada Elsa (princesa), después de que ésta incumpla su promesa de no preguntar ni su origen ni su nombre (ruptura del tabú féerico) nos lleva por ese camino. Lohengrín se marcha del lado de Elsa transportado por un solitario cisne blanco. Igualmente, se conoce de la afición de Luis de Baviera por interpretar fragmentos de la ópera wagneriana, por su escapismo, por su locura.
En la métrica Prosas Profanas es el libro de mayor diversificación y el de la preferencia por los versos métricos más musicales: el decasílabo de Blasón, el alejandrino renovado por influencia francesa, y el endecasílabo, uno de los más antiguos de la lírica, pero diversificado también para extraerle todas sus armonías con el cambio de acentuación. Darío eleva la poesía a una altura estética insospechada en composiciones este poema.
La poesía de Prosas Profanas representa todo aquello que caracterizó al movimiento: exotismo, tendencia al escapismo, príncipes, princesas y dioses son los personajes de este poemario. La belleza estética y la sensualidad, pletórica de erotismo, arropan y subyugan al lector.